jueves, 30 de diciembre de 2010

No hemos desaparecido

Hola a todo el mundo que lea esta entrada.

Hace mucho que no escribimos ninguna entrada y algun@s de vosotr@s ya nos habéis preguntado que sucede. Pues bien, Palo y yo regresamos hace unos días a Madrid donde estamos en proceso de readaptación (poquito a poquito) y por ello nuestras cabezas están a mil y una cosas a parte del blog. Pero esto no se acaba aquí. En pocos días seguiremos actualizando nuestro cuaderno de bitácora y os contaremos como nos ha ido por comunidades de Chiapas como observadores de derechos humanos, como nos fue por San Cris de nuevo, como fue nuestra experiencia de más de 1 mes por Cancún organizando una cumbre paralela al COP16 y muchas otras cositas.
Así que hasta pronto

Palo y Mikel

viernes, 26 de noviembre de 2010

La historia de los gemelos Hunahpú e Ixbalanque

El Popol Vuh es considerado la biblia de los mayas quichés. En este libro sagrado se recoge la mitología maya y se narran todos los sucesos que llevaron a la creación del hombre a través del maíz. Una de estas historías es la historia de los gemelos Hunahpú e ixbalanqué.

Los adivinos Xpiyacoc y Xmucané tienen dos gemelos, Hun (uno) Hunahpú y Vucub (siete)Hunahpú. El primero de ellos, Hun, tiene a su vez dos gemelos Hun Batz y Hun Chouen. Esto ya de por sí constituye un hecho muy mágico pues los mayas consideran el nacimiento de gemelos como un augurio religioso que recaerá sobre los nacidos convirtiéndoles en hèroes o villanos, por lo que en ocasiones se solía sacrificar a uno de los hermanos para no tener sobresaltos.

Padre, hijos y tio convivían juntos y jugaban a menudo al juego sagrado de pelota. Pero resutaba que el campo en el que jugaban quedaba justo encima del reino de ultratumba de Xibalbá, perturbando con sus gritos y golpes a los señores Carne (muerte). Estos infernales señores convocó a todos los diablos y juntos acordaron un plan para matar a los gemelos Hunahpú. Les retan a una partida de pelota en Xibalbá, pero en el camino les tienden trampas y penurias, consiguiendo someterlos en un cruce de caminos donde los hermanos se equivocan y son sacrificados, enterrándoles en la cancha de pelota del inframundo. Como señar de victoria cuelgan la cabeza de Hun Hunahpú de un árbol seco el cual renace y de el brotan calabazas. Así pasa el tiempo hasta que Xquic, una doncella del infierno pasa junto al árbol y la cabeza de Hun Hunahpú le escupe dejándola fecundándola mágicamente. De este mágico encuentro nacen los verdaderos protagonistas de la historia, los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué nacidos de la unión del mundo terrenal y de ultratumba.

Los dos hermanos vagan durante largo tiempo sin un lugar donde establecerse hasta que sus hermanastros los toman de servidores, esclavizándolos y obligándolos a cazar para ellos mientras ellos se dedican a tocar y bailar. Hartos del desprecio de sus hermanos Hunahpú e Ixbalanqué hacen subir a sus malvados hermanastros a un árbol y con poderes mágicos, con los que cuentan debido a su naturaleza, alargan el tronco hasta hacerlo subir por los aires. Los hermanastros asustados imploran ayuda a lo que Hunahpú e Ixbalanqué les dicen que se aten los taparrabos a la cintura dejando un extremo más largo. Así los gemelos Hun Batz y Hun Chouen se convierten en monos, aunque en reconocimiento a su arte pasan a engrosar la lista de deidades mayas como patrones de los artistas.

Desde ese momento Hunahpú e Ixbalanqué comienzan a superar una serie de aventuras como la que les enfrentan a Vucub Caquix, una gigantesco pájaro con aires de grandeza al que derrotan haciendo gala de unos sorprendentes poderes de regenerativos y de curación.

Así llegan los gemelos a decidir vengar la muerte de su padre y su tío y planean una elaborada venganza contra los dioses oscuras de Xibalbá. Primero aprenden a jugar a la pelota en la misma cancha que sus antepasados y provocan la ira de los señores Carne. Los señores de la muerte deciden entonces retarles a ellos también a una partida de pelota para tenderles las trampas en el camino. Pero los hermanos cuentan con dones con los que sus padres contaban y cuando llegan al fatídico cruce de caminos arrancan un pelo de su pierna que convierten en mosquito y lo envían a ver cual es el camino correcto y de paso a picar a los señores de los infiernos.

Finalmente los hermanos llegan al inframundo donde los sorprendidos hermanos Carne les retan a una partida de pelota la mañana siguiente, sin desaprovechar la noche para someterles a diversas pruebas que superan con éxito hasta que en la Casa de los murciélagos Hunahpú es decapitado por uno de estos temibles animales. Ixbalanqué entonces pide ayuda a los animales del bosque y el coatí le da un gran calabacín que al colocar sobre el cuello adopta rasgos humanos. Así se presentan ixbalanqué y su incompleto hermano al partido. Los señores Carne en una muestra de sádico humor lanzan la cabeza de Hunahpú como pelota pero Ixbalanqué le de un duro golpe y la manda más allá del campo. En ese momento, con ayuda de un conejo consiguen engañar a sus contrincantes y recuperan la cabeza de Hunahpú, que al ponérsela sobre los hombros se le acopla perfectamente. El juego continúa con la calabaza de pelota, pero esta se rompe y el juego debe ser suspendidos.

Los señores del infierno entonces les retan a una última prueba para demostrar su valentía, ante lo cual, aun sabiendo lo imposible del reto los gemelos no son capaces de rechazan por demostrar su honor y coraje. La prueba consiste en saltar un enorme foso de fuego en el cual los gemelos caen en su intento. Los señores de la muerte entonces trituran sus huesos carbonizados y los arrojan al río, pero de nuevo mágicamente las cenizas no fluyen con el agua, sino que se depositan en el lecho del río y vuelven a engendrar a los gemelos semidioses.

A los cinco días regresan al reino de Xibalbá disfrazados de ancianos hechiceros y realizan trucos resucitando animales y personas. Los maravillados hermanos Carne exigen formar parte del juego y piden ser muertos para que luego les resuciten los ancianos hechiceros. Esto resulta un tanto paradógico teniendo en cuenta que donde se desarrollan los hechos es el reino de ultratumba. Hunahpú e Ixbalanqué matan al primero de los señores y se niegan a resucitarlo, y cuando se dirigen al segundo, éste se da cuenta de los que está sucediendo y llorando implora clemencia. Entonces todos los vasallos de Xibalbá viendo la humillación a la que se somete su señor se indignan y repudian a sus oscuros reyes.

Hunahpú e Ixbalanqué revelan su identidad y someten a todos los demonios y genios del mal que les creían muertos. Los gemelos triunfantes perdonan la vida a los habitantes de Xibalbá a cambio de retirarles todos sus oscuros poderes para hacer el mal y en un alarge de necromancia se comunican con su padre y su tío prometiéndoles el respeto y veneración de las generaciones venideras.

Desde ese momento los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué se elvaron a una categoría divina convirtiéndose en el Sol y la Luna desde donde continuan iluminando a la humanidad.

Mikel

P.D: Aquí podéis encontrar el texto íntegro del Popol Vuh

miércoles, 24 de noviembre de 2010

En territorio maya

El último destino durante el breve tour por Guatemala fue la isla de Flores y las cercanas ruinas de Tikal, ambas localizadas en el extenso estado de El Petén, que casi ocupa la mitad del país. Durante horas recorrimos interminables carreteras en línea recta flanqueadas por extensos monocultivos de palma africana, papaya o banano. Estos terrenos fueron arrancados a la jungla en un área que hace cien años era prácticamente inaccesible. Ahora, colonos y empresas extranjeras favorecidos por el gobierno se reparten los suculentos dividendos de la agricultura destinada a la exportación.

Flores es una preciosa y minúscula ciudad ubicada en una pequeña isla sobre el lago de Petén-Itza y está conectada por un puente a Santa Elena, una ciudad mucho más grande y sin mayor atractivo.

Este es lugar de base de todo aquel que va a visitar las famosas ruinas de Tikal, que se encuentrar a pocos kilómetros.

Nosotros tan sólo pasamos un par de días por allá, y uno de ellos lo dedicamos en exclusiva a visitar la más grande y espectacular de todas las ciudades mayas que hemos visto.

Como íbamos un poco cortos de dinero y la entrada ya costaba lo suyo (después de recorrerte medio país, no es plan no ir a las ruinas porque cuestan un pastón...), en un principio teníamos previsto ir sin guía, pero en la furgoneta que nos llevaba a la zona arqueológica conocimos a Nacho, un madrileño que trabaja en EE.UU. y que se había tomado un año sabático para viajar y para visiar ruinas mayas, que le apasionaban. Él ya era la segunda vez que visitaba Tikal (y acababa de llegar de una excursión de 6 días por la jungla para visitar unas remotas ruinas) y esta vez iba a visitarlas en compañía de Juan, un viejo guía con el que había entablado amistad. Así que como ya lo tenía apalabrado y vio que nosotros no íbamos a pagar guía pues nos invitó a compartirlo.

Y menuda suerte la nuestra, porque la experiencia de visitar estas ruinas fue totalmente distinta. Juan se conocía de corazón toda la historia de Tikal y de los mayas en general, un verdadero apasionado del tema que se emocionaba mostrándonos lugares recónditos de Tikal y que además sabía un montón sobre la flora y la fauna de la selva, porque las ruinas de Tikal están en plena jungla. Así que de la mano de Juan conocimos los templos mayas y desciframos sus estelas, aprendiendo sobre sus distintas dinastías, guerras y períodos que pasó esta ciudad maya. Él nos habló de todo lo que albergaban aquellos templos que teníamos frente a nosotros y que no había sido revelado para evitar su degradación, incluido el enorme templo IV que con sus 640 m es considerada la construcción excavada más alta de la América Precolombina.

Estuvimos casi ocho horas paseando por esta jungla plagada de templos sin cruzarnos a casi ningún turista (estos visitan tan sólo las partes más importantes de las ruinas y sus tours vuelven pronto a Flores).

Maravillados por el mundo maya al que nos había introducido Juan y Nacho, que también era un experto en el tema, quedamos a cenar con Nacho y unas arqueólogas de la Universidad de Alicante que estaban trabajando en unas ruinas no muy alejadas de Flores. Ellas nos contaron sobre el trabajo de los arqueólogos, las distintas maneras de realizar excavaciones, sobre los saqueadores de ruinas (todas las ruinas que se excavan han sido ya saqueadas en varias veces por buscatesoros muy profesionales) y las penurias laborales de l@s arqueólog@s en España (especialmente si tu disciplina sólo se encuentra al otro lado del Atlántico)

La mañana siguiente emprendimos camino de regreso a México y para ello cogimos un bus que nos llevaría hasta la Técnica, a las orillas del río Usumacinta, que en esta parte del país delimita la frontera con México. En la aduana guatemalteca los funcionarios nos intentaron timar exigiéndonos el pago de un impuesto por el “abandono de país por vía fluvial”. Nosotros nos mantuvimos firmes porque sabíamos que este tipo de timos ocurren frecuentemente en las fronteras de Centroamérica y les exigíamos un justificante que evidentemente decían no poder otorgar. Después de discutir con dos funcionarios y bajo la amenaza de ponernos en una lista negra, conseguimos marcharnos con nuestro sello de salida y sin tener que pagar ni un quetzal. Eso sí, el tipo, muy cómicamente hizo como que introducía nuestros datos en una base de datos de morosos.

Otro suceso interesante fue descubrir que la mayor parte de los que llegamos a la frontera eran jóvenes emigrantes de Centroamérica rumbo a la frontera con EE.UU. Mientras nosotros negociábamos la tarifa con un barquero que nos llevaría a la orilla mexicana, ellos buscaban vías alternativas para poder cruzar sin tener que pasar por el puesto de migración mexicano. Nosotros les deseamos buena suerte en el difícil camino que les quedaba por delante y desde la barca les dijimos adiós.

Así acabaron nuestros días por Guatemala, una tierra que nos había encantado con sus maravillas naturales y la amabilidad de sus gentes indígenas.

Palo y Mikel

P.D: Podéis ver más fotos aquí

lunes, 22 de noviembre de 2010

El evangelismo en Guatemala

Iglesia de Dios Evangelio Completo, Asamblea de Dios, Iglesia Príncipe de Paz, Iglesias del Nazareno, Palabra de Dios... Estos son algunos de las denominaciones de las decenas de iglesias evangélicas que pueden encontrarse en cualquier rincón de Guatemala.

Desde hace ya muchos años, en especial desde que comenzó la guerra civil que sufrió Guatemala durante 36 años, las iglesias evangélicas de denominación pentecostal y neopentecostal han ido aumentando vertiginosamente sus adherentes hasta el punto que se calcula que ya prácticamente el 50% de la población guatemalteca se declara perteneciente a alguna de estas iglesias. Con 4000 pastores (contra 2000 sacerdotes) y más de 7000 templos la iglesia evangélica le ha arrebatado a la anteriormente poderosa y predominante iglesia católica una enorme cuota de poder e influencia. Esto constituye un interesante proceso de transición religiosa y cultural que merece la pena ser analizado.

En 1873 el presidente Rufino Barrios instauró en el país la libertad de culto en un intento de restarle influencia a la poderosa iglesia católica y con la intención de que la influencia protestante así como sus caridades y escuelas ayudasen a la modernización del país. Este hecho abrió la puerta a que numerosas iglesias protestantes, como la luterana, episcopal o la metodista se introdujesen en el país, aunque con el paso de los años haya sido la corriente pentecostal aquella que mayor fuerza y fieles a adquirido.

Una de las razones de este vertiginoso crecimiento se debe al agresivo proselitismo que practica esta rama evangelizadora. Su propio nombre hace referencia al suceso narrado en la biblia de que en el tiempo de Pentecostés los apóstoles recibieron el don de hablar varias lenguas como señal de su misión evangelizadora. Siguiendo este designio divino organizaciones evangélicas crearon misiones, escuelas y todo tipo de organizaciones proselitistas como el Instituto Lingüístico de Verano (ILV) que con el pretexto de traducir la Biblia a diversas lenguas indígenas, desde hace décadas ha ido adentrándose en las más remotas zonas de Guatemala (y de otras partes de América) para expandir la fe evangélica.

Pero este trabajo misionero no explica por sí sólo el fenómeno evangélico en este país. La razón más importante de su expansión debemos buscarla en los años durante la que se desarrolló el “conflicto armado interno”, que es como eufemísticamente se nombre de manera oficial a la guerra civil que asoló el país entre 1954 y 1996. Durante este sangriento periodo, que comenzó con el derrocamiento (con el apoyo de EE.UU.) del recién electo presidente Jacobo Arbenz, se han sucedido numerosos golpes de estado, dictaduras, fraudes electorales, múltiples guerrillas y grupos armados así como grupos paramilitares y sobre todo la destrucción de 440 aldeas, más de 600 masacres documentadas, 55.000 desaparecidos y 200.000 muertos (Comisión de esclarecimiento Histórico). Durante estos años los movimientos sindicales, los movimientos campesinos, los movimientos indígenas, los movimientos políticos socialdemócratas, los movimientos revolucionarios y los movimientos comunales católicos de base, todos ellos agentes de un intento de profundo cambio social, fueron progresiva y sistemáticamente perseguidos, diezmados, arrasados y masacrados. Tan sólo los movimientos sociales pentecostales o neopentecostales en Guatemala fueron los únicos permitidos.

Las corrientes pentecostales fueron una importantísima herramienta de control social que los regímenes autoritarios y genocidas de esos año no dudaron en utilizar a su favor. A raíz de la Conferencia de Obispos de Medellín del 68 en la que la iglesia latinoamericana adoptó fuertemente los preceptos de la Teología de la liberación en Latinoamérica los regímenes militares empezaron a ver a la iglesia católica y a sus catequistas como enemigos del estado importadores de una ideología comunista. En Guatemala este temor desencadenó una persecución contra organizaciones cristianas de base como Acción Católica, pero también contra algunos altos cargos de la jerarquía católica defensores de los derechos humanos, como el asesinado obispo del la Verazpaz, Juan Gerardi.

La corriente pentecostal evangélica resultaba una alternativa religiosa mucho menos incómoda para la clase dominante con intereses en perpetuar la extrema desigualdad y explotación que se vivía en el país. Como iglesia protestante, el movimiento pentecostal y neopentecostal tiene una fuerte influencia anglosajona (de hecho, estas corrientes nacieron en EE.UU. y allí se encuentran las principales sedes de las numerosas iglesias que hay en Guatemala). Implementa concepciones morales muy puritanas y estrictas, de clara disposición anti-intelectualista y de desconfianza a la razón, aunque de fácil convivencia con un régimen capitalista liberal. Pero sobre todo, se trata de una religión muy controladora en la que los lazos familiares y comunitarios tradicionales son sustituidos por lazos religiosos muy limitados (mi comunidad la constituye los feligreses de mi parroquia) que debilitan la acción colectiva y que incluso la paraliza debido al determinismo de “la voluntad de Dios” y la teoría de la salvación individual.

Calificada por muchos como una religión “refugio”, no parece muy desacertado este calificativo puesto que fue durante los años más duros de la guerra y en los lugares más castigados por las políticas de “tierra arrasada” donde el evangelismo tomó mayor fuerza. Estas iglesias representaron un refugio a la destrucción y el terror que asolaban las comunidades rurales. Una escapatoria a la aniquilación. Un remanso de paz donde poder soñar con la salvación y una vida mejor... aunque fuese en el más allá. Un lugar donde encontrar una comunidad funcional y unas redes de apoyo mutuo (escuelas, radios, clínicas de bajo coste, centros de rehabilitación, casas-hogar, etc.) prácticamente inexistentes y destruidas en las comunidades.

Sin embargo en una sociedad tan clasista como la guatemalteca los estratos más elevados y pudientes no podían permitirse una similitud, aunque sólo sea religiosa, con el resto de la sociedad guatemalteca. Por ello es que son las corrientes neopentecostales, en contraposición a las pentecostales, la que han hecho fuerte mella en las clases dominantes. Esta corriente también evangélica emparentada con las iglesias pentecostales se desmarca de ésta última en su inmovilismo social y proclama que sí es necesario transformar la sociedad para “mejorarla” aunque ello se haya traducido en programas de “limpieza social” y una guerra de exterminio contra la mayoría de la población. Para hacerse una idea de la importancia de esta corriente dentro de los estamentos militares y las élites políticas cabe destacar que el genocida general Rios Montt (que subió al poder mediante golpe de estado y lo controló con mano de hierro entre los años 82 y 83) es ordenado pastor de evangélico y hay quien habla de su sucesor, Mejía Victores como el continuador de “el Gobierno del Verbo” en alusión a la iglesia a la que pertenecen ambos. También otro golpista acusado de genocidio, Jorge Serrano Elías es miembro destacado de una congregación evangélica

Dejando a un lado las teorías sobre un plan orquestado por EE.UU. para introducir valores anglosajones en la sociedad guatemalteca que les permitiesen introducir de manera más fácil sus programas económicos liberales, está claro que los grandes promotores de esta transformación han sido las élites militares y económicas Guatemaltecas. Los responsables y beneficiarios de una de las guerras más largas y crueles de Latinoamérica siguen disfrutando de sus privilegios. El caso más delirante de como las cosas en Guatemala a pesar de los tratados de paz y de la “democratización del país” no han cambiado mucho es el del general Rios Montt. Genocida manifiesto, tras ser depuesto como dictador, fundó su propio partido: el FRG, y consiguió que su candidato ganase las elecciones presidencials de 1999 (increíblemente resultando la fuerza más votada en algunas de las poblaciones más afectadas por la guerra). Tras varios intentos consiguió que el Tribunal Supremo, (a pesar de que la constitución prohíbe presentarse a golpistas) le permitiese presentarse como candidato a la presidencia y tras su derrota se hizo con un asiento en el congreso en 2007, lo que le ha conferido inmunidad frente a los procesos judiciales que hay en su contra, tanto en su país, como en España, donde se le acusa de genocidio, torturas, desapariciones y otras “lindezas”. Su hija Zuri Mayte congresista y líder del FGR además de "digna sucesora de su padre" (también ella está acusado de organizar una violenta revuelta cuando a su padre no le permitieron presentarse como candidato) se casó con un senador republicano estadounidense y vive en EE.UU. aunque desde allí dice “trabajar por la paz y el bienestar de los guatemaltecos”.

Y si los poderosos han sido los grandes eneficiarios, los grandes perjudicados de este proceso, como siempre, son los más pobres. Aquellas comunidades que han quedado divididas debido a que han surgido nuevos conflictos religiosos. Es un patrón que se repite en muchos lugares y que ya hemos visto en algunas partes de Latinoamérica, como en las comunidades rurales del norte de Argentina, o sin ir más lejos en San Juan Chamula, cerquita de San Cristobal, donde en este caso son los evangélicos quienes han sido desplazados a la fuerza por los católicos.

Eternos conflictos religiosos que han embrutecido la historia de la humanidad. Tristemente en la mayoría de los casos la religión es utilizada como herramienta para manipular conciencias y para beneficiar y consolidar los intereses de unas élites. Ahí está el ejemplo de Guatemala.

Mikel

jueves, 18 de noviembre de 2010

Contrastes de Guatemala

El siguiente destino después de nuestros días en el lago Atitlán fue la bonita ciudad de Antigua Guatemala, llamada así porque durante muchos años fue la capital del Reino de Guatemala que comprendía a los actuales Estados de Belice, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y el estado mexicano de Chiapas. A causa de dos graves terremotos en 1773 en los que la ciudad fue destruida se decidió trasladar la capital a un lugar más seguro, naciendo así la actual capital del país: Ciudad de Guatemala.

La belleza colonial de esta ciudad fue reconocida por la UNESCO al nombrarla Patrimonio cultural de la humanidad en 1979 y no es para menos ya que nos pareció quizás una de las ciudades coloniales más bonitas que hayamos visto. Además, en contraste con el resto de Guatemala, sus calles están limpias de basura, los coches casi no circulan por sus empedradas calles, los edificios están perfectamente restaurados y la publicidad muy limitada y discreta. También, a diferencia del resto de lugares que habíamos visto en Guatemala, la población indígena era muy reducida, y la opulencia mestiza muy visible.

Es una parada obligada para los turistas que llegan a Guatemala y nosotros no nos la queríamos perder. Otro de sus atractivos son los tres volcanes que la rodean (el volcán del Agua, el del Fuego y el Acatenango), pero sobre todo el volcán Pacaya, el cual se encuentra activo y que el pasado junio entró en erupción bloqueando gran parte de la región.

Nosotros sólo estuvimos un par de días, pero lo disfrutamos paseando por sus tranquilas y hermosas calles y gozando de esos pequeños lujos occidentales como tomar un expreso en un terraza con wi-fi. Estos breves placeres acabaron con un terrible y largo viaje de más de doce horas hasta Semuc Champey que nos devolvió a la otra realidad guatemalteca. Tres buses, un taxi, una furgoneta y una barca para recorrer unos 300 km. Todo un ejercicio de contorsionismo y paciencia.

Cuando llegamos a nuestro destino tardamos poco en irnos a dormir, al día siguiente nos esperaba un día de aventura. Nos levantamos temprano y nos fuimos a conocer las famosas pozas de Semuc Champey que en lengua maya local significa “Donde el río desaparece”. Esta maravilla es un puente de piedra natural de unos 300 metros bajo el que pasa el río Cahabón y sobre el cual se han formado una serie de pozas alimentadas por arroyos que bajan de las laderas y que adquieren preciosos colores según la época del año.

Lo primero que hicimos fue subir hasta un mirador donde pudimos apreciar la belleza de este monumento natural y luego bajamos hasta las pozas para bañarnos y saltar de una a otra como ranas. Después de un paseo por el parque llegamos al lugar de nuestra siguiente aventura: las cuevas de Ka'n Ba, donde nos adentramos en la total oscuridad de estas grutas armados tan sólo con una pequeña vela que no nos iluminaba más allá de nuestra mano. Siguiendo de cerca a Sebastián, nuestro guía, recorrimos los primeros 900m de este río subterráneo, descolgándonos por cuerdas, nadando con nuestra vela en la mano, y reptando por estrechas vías. Sin casco, casi sin luz y con un acondicionamiento de lo más precario, esta experiencia nos hizo descargar adrenalina y nos alegramos mucho cuando volvimos a ver la luz. Nuestro día de aventura acabó con unos cuantos saltos al río desde un enorme columpio y un placentero descenso del río en una cámara de camión.

Esa noche no había nadie en el hotel salvo nosotros, que nos fuimos pronto a dormir porque a las cinco de la mañana empezaba otro largo día de viaje con destino la ciudad de Flores, aunque todavía nos esperaba una última sorpresa: justo cuando nos acabábamos de dormir nos despertaron unos disparos de escopeta y al levantarnos vimos a uno de los chicos del hotel con una linterna entre la maleza gritando insultos a alguien. Y es que allí no se andan con chiquitas y cuando alguien se cuela en tu propiedad (posiblemente para robar algo en alguna habitación) no parece raro intentar darle caza como un conejo. Por suerte la noche no acabó en tragedia y todavía a la sombra de la noche pudimos emprender otro interminable viaje de más de 10h rumbo norte.

Palo y Mikel

P.D: Podéis ver más fotos de Antigua aquí y de Semuc Champey aquí

P.D: Los de la foto en la cueva no somos nosotros, así que no os molestéis en intentar reconocernos.

martes, 16 de noviembre de 2010

El 3%

En Guatemala las estadísticas dicen que menos del 3% de la población posee el 70% de la tierra arable del país.

Guatemalaes un país donde la desigualdad es extrema. Viajando por el Petén, en el norte selvático del país, uno puede recorrer durante horas plantaciones inmensas de palma africana o de papaya. Productos para la exportación en tierras arrasadas que enriquecen a menos de un 3%. En el altiplano, tierra de montañas y volcanes a donde fueron a parar los mayas que huían de los españoles y de otros genocidas mas contemporáneos, la tierra escasea y casi toda es de ese 3%, así que cada uno la saca de donde puede que viene a ser el monte. En planos imposibles milpas amarilleas como espectadores en una grada. El bosque desaparece para poder comer y calentarse, pero la naturaleza no perdona y se venga con derrumbes y corrimientos de tierras.

En el lago Atitlán, un espectacular lugar el 3% no ha perdido la oportunidad de hacerse con algunas de las mejores tierras para hacerse grandes casas a las que poder venir algunos días al año. Detras, en las laderas quedan quienes utilizan la tierra, la poca que les ha tocado, para comer y sobrevivir.

La injusticia también puede adoptar la forma de un porcentaje. En Guatemala la injusticia se expresa en ese 3%.

Mikel

P.D: Me pregunto si en las estadísticas consideran como tierra arable las sorprendentes milpas que se ven en laderas de montañas y volcanes en planos imposibles. ¿Bajarán atados de una cuerda para cosechar?

domingo, 14 de noviembre de 2010

Allá donde el agua y el fuego se juntan

En colorido Chicken bus, dando botes sin parar y mareados por las millones de curvas de la carretera que cruza el altiplano Guatemalteco, llegamos al Lago Atitlán. Un lugar del que habíamos oído hablar mucho. Muchos dicen que es unos de los lagos más bonitos del mundo, y la verdad es que al menos a nosotros nos parece el más bello de los que hemos visto. Rodeado de volcanes, a sus orillas existen una serie de pueblos muy diferentes y cada uno con su encanto. Nosotros visitamos tres, el primero de ellos llamado San Pedro la Laguna. Este es uno de los más turísticos, pero el turista que atrae no se parece al de las mansiones de varias plantas de Santa Cruz la Laguna, o la concurrida y atractiva ciudad de Panajachel. A San Pedro llegan mochileros de todo el mundo, muchos de los cuales vienen a aprender español y se quedan al menos un par de semanas jugando al billar y tomando una Gallo en uno de sus múltiples chiringuitos. Por sus estrechas calles pitan los tucs-tucs (taxis motocarro de tres ruedas) mientras l@s artesan@s y las señoras que venden zumos además de exquisitos bizcochos de banana se disputan los mejores lugares de la calle.

Tanto turismo mochilero ha desencadenado una increíble competencia de precios entre los muchos hoteles que hay, llegando al disparate de cobrar por una habitación doble con baño lo mismo que por un litro de cerveza. Nosotros encontramos una verdadera ganga donde descansar disfrutando de una habitación para nosotros solos y de unas preciosas vistas a este mágico lago. Y así pasamos un par de días dando paseos, tomándonos ricos zumos y disfrutando de las vistas así como visitando su iglesia (al menos la más grande y vistosa), que no es católica si no evangélica baptista. Un sentimiento extraño el de ver a todos esos indígenas mayas en un templo que tanto nos recordaba a los de EE.UU.

El domingo sin embargo nos fuimos a pasar el día a Chichicastenango, un pueblo muy conocido por su mercado dominical. Y no es para menos, porque este día de guardar todas las calles del pueblo amanecen repletas de puestos de artesanía, ropa y comida. Es uno de los mercados más famosos de Guatemala al que llegan cientos de turistas en busca de los souvenirs que llevar a sus familias y decorar el salón de casa. La competencia es brutal y los precios relativos.

Un lugar lleno de colores pero que cada vez se parece más a un centro comercial donde lo que se vende como artesanía está hecha en una fábrica de China. Se pueden comprar todo tipo de productos y ropa de “estilo indígena” a precios de ganga (nosotros conseguimos que nos rebajasen cosas en más de 50%) así que todo el mundo sale cargado de bolsas de plástico llenas de regalos inútiles que posiblemente se le romperán en menos de un año. Consumismo feroz que no logró atraparnos gracias que que no quisimos llevar casi dinero. Lo que sí que nos gustó mucho es un mural que había en el mercado en el que por medio de dibujos infantiles se relataba la guerra, con todas sus atrocidades, en una región donde los niños jugando mientras nos golpeaban nos gritaban: ¡soldado, soldado!. El otro atractivo de “Chichi”, como también se conoce a esta ciudad, es el ídolo llamado Pascual Ajab. Un cerro donde hay una gran roca negra por el hollín de las velas donde difícilmente se adivina las facciones de un rostro. A este sagrado cerro acuden numerosos indígenas a realizar todo tipo de ceremonias y ofrendas.La vuelta en la combi fue con un grupo de seis israelís, otros más de los muchos que nos cruzamos desde que estamos en Guatemala. Parece que irse de viaje a Latinoamérica es como un rito de despedida de su juventud que tiene la mayor parte de ell@s tras terminar su servicio militar (nada más que 3 años para ellas y 5 para ellos).

La mañana siguiente bajamos al muelle y tomamos un barca para cruzar al pequeño y místico pueblo de San Marcos la Laguna, donde nos esperaban Lucía y Ale. Este lugar ha venido atrayendo desde hace muchos años a gente atraída por su misticismo hasta el punto que hoy existen innumerables centros de curación holística, espiritualidad, yoga, meditación, y todo tipo de terapias alternativas que a veces rayan lo absurdo. Esto atrae a diversos personajes de los más curioso, como Bill o “el doctor”, un gringo que da charlas gratuitas sobre la kábala, aunque de una manera muy peculiar; o Merlín, un francés con aspecto de anacoreta y que mas que hablar parece cantar y que se dedica a trabajar el vidrio.

Todo esto ha hecho que San Marcos se haya polarizado: Por por un lado existen todos estos hoteles y centros para extranjeros (con mucho dinero) que ocupan la mayor parte del centro del pueblo y que se rodean de muros y por otro lado están los locales, que venden a precios de oro la verdura y fruta y que viven en las regiones más apartadas sin casi relación con los turistas.

Nuestra experiencia sin embargo fue algo distinta puesto que Lucía y Ale estaban al cuidado de tres perros y una casa en la ladera de la montaña. La casa al principio nos maravilló, porque aunque un tanto retirada, las vistas de la terraza eran espectaculares y el paseo para llegar era a través de las casas de un humilde barrio donde l@s niñ@s salian al paso para jugar, especialmente para que Ale, les hiciese “magia” con su bola de contact.

Pero aparte de la falta de electricidad o de lo complicado de llegar de noche, la casa escondía un gran inconveniente, y es que en este pueblo debe existir algún tipo de rivalidad entre la gran cantidad de iglesias que hay (evangélicas de todo tipo, católica, mormones...) y las misas diarias son retransmitidas a por megáfonos a todo el pueblo, creando un ambiente insoportable de seis a ocho de la tarde, especialmente si como en el caso de la casa que les habían prestado a nuestros amigos, tienes un par de iglesias bien cerca. De todos modos los amaneceres contemplando el lago desde la terraza hacían olvidar cualquier pena y le llenaban a uno de energía.

Y llenos de energía un día fuimos a la “nariz del indio”, un cerro que tiene gran parecido al perfil de un rostro humano (con nariz de indio) desde donde se pueden disfrutar de unas espectaculares vistas y otro día estuvimos venga a saltar al lago desde un mirador, hasta que Lucía se dio un tremendo culetazo y decidimos marcharnos a casa a realizar actividades menos arriesgadas.

Pero nuestro tiempo en Guatemala era limitado y todavía había muchos lugares que queríamos ver así que al cabo de dos días nos despedimos de Lucía y Ale con la esperanza de volverlos a ver antes de diciembre y tomamos de nuevo una lancha a Panajachel donde seguiríamos nuestro camino por tierra hasta la preciosa ciudad de Antigua Guatemala.

Palo y Mikel

P.D: Podéis ver más fotos del lago aquí y de Chichicastenango aquí. Además os dejamos con un pequeño video de lo que vimos en el lago.

viernes, 22 de octubre de 2010

Viajando por Guate

Viajar por Guatemala es toda una experiencia que poco tiene que ver con a lo que un europeo está acostumbrado.

Su extenso sistema de transporte consiste en 3 métodos básicamente.

Primero están las shuttles, que son furgonetas que viajan con el número legal de pasajeros y que conectan los principales destinos turísticos de manera directa. Una especie de furgoneta de tour que se contrata en cualquier lado con más de 4 turistas y que, eso sí, un poco más caros los otros dos métodos, ya que esta es la forma preferida de viajar de los turistas y en el raramente se ve guatemalteco alguno

El segúndo método es el de los llamados “chickenbus” Se trata de antiguos autobuses escolares estadounidenses convertidos en coloridos autobuses de linea. Sus bancos corridos sin reposacabezas y en ángulo de 90grados son tortuosos y la separación entre asientos está hecha pensando en niños, no en un tipo de 1,83. Todos los autobuses están decorados y “tuneados” por sus conductores, que les ponen nombres (“Fortachón”, “Gracia de Dios”, etc) y les instalan grandes equipos de música donde deleitar a los pasajeros con el último hit del grupo estrella de Huehuetenango. Estos autobuses van a todos lados y salen constantemente y tienen la ventaja de que te paran o te recogen en cualquier punto de la ruta. Lo malo es que en Guatemala muy poca gente tiene coche y esto hace que la demanda sea enorme lo que hace que el transporte se masifique. En los chikenbus es muy común estar sentado 3 personas en cada banco de dos y gente de pie, puede que trasladando algún pollo o hasta un cerdito. Este fue nuestro primer medio de transporte y la verdad es que aunque es muy entretenido todas las cosas y personas que se suben al bus que al principio no se sufre tanto el viajar mordiéndote las rodillas y con el culo dormido.

El tercer método y a mi parecer el más sufrido es el de las “combis”, furgonetas en las que han conseguido encajar muchos asientos. En un principio nos parecieron de la categoría de las shuttle . Esta falsa impresión pronto se desvaneció cuando a los 5 min. De trayecto ya empezábamos a compartir asientos. Trayectos interminables en las que aunque un piense que ya no se puede detener a recoger a nadie más porque estamos más que llenos, el conductor se para y suben 5 hombretones con sombrero y todo y algún niño y hacen falta 5 intentos para cerrar la puerta de la furgoneta. Al final, nuestro record fue de 30 personas en una furgoneta que si normalmente es equipada para 11 personas, estaba equipada para 15 personas. Una verdadera maravilla del contorsionismo popular.

Uno de los problemas añadidos de estos dos últimos métodos es que Otro problema para el turista es que los guatemaltecos no acostumbran a hacer viajes muy largos como hacen los “gringos” que viajan recorriendo alejados núcleos turísticos. Así que para moverse largas distancias es necesario agarrar muchos medios de transporte. Esta causa y la comodida es por lo que la mayoría de los turistas elijan el método de las “shuttle”. Nosotros en un mismo viaje hemos agarrado 1 autobús, 1 taxi, dos combis y una barca. Una experiencia que convierte el día en una especie de prueba agotadora. Eso sí, uno puede llegar a cualquier sitio, por muy pequeño o recóndito que sea, siempre hay alguien dispuesto a sacarse unos pesos haciendo de transportista con su camioneta.

Nosotros, que viajamos sin prisa, a paso lento, preferimos el método popular. Uno se ahorra unos quetzales que le dan para la comida de ese día. Además así se conoce mejor el país, desde una señora que va al mercado de un pueblo cercano a vender sus verduras hasta a un grupo de 6 hondureños preocupados por como cruzar la frontera con México sin que les agarren los de emigración. Además, con el tiempo se desarrolla una resistencia sorprendente y para nosotros ya 5h de viaje en un autobús como los de España nos parece un verdadero placer. Nuestro último viaje fue de 15h cambiando 6 veces de medio de transporte, sin esperar más de 10 min. a que saliese el siguiente.

Aunque conviene descansar de vez en cuando, establecerse unos días o unas semanas en un sitio y no subirse en un tiempo a ningún vehículo con ruedas y reducido espacio. Para nosotros ese espacio se llama por ahora San Cistobal de las Casas.

Mikel



domingo, 17 de octubre de 2010

Entre nubes y volcanes: Empieza Guatemala

A las ocho de la mañana nos recogió la furgoneta que nos llevaría hasta la Ciudad Cuauhtemoc en la frontera con Guatemala. Por suerte Bernard y unos amigos suyos también viajaban a Guate con nosotros (aunque su destino era otro) y el viaje fue ameno. Cuando llegamos a la frontera nos enteramos que la furgoneta que tenía que recogernos en La Mesilla, en el lado guatemalteco de la frontera, llegaría con 3 horas de retraso debido a nuevos derrumbes en la carretera. Así que nos armamos de paciencia (todavía nos quedaban muchas horas hasta nuestro destino) y pasamos el rato echando partidas de ajedrez, haciendo macramé y charlando. También allí nos sellaron el pasaporte y nos dieron 90 días para estar en el país, aunque a Paloma le hicieron el lío y le cobraron 2€ que en teoría no debían cobrarle. Las fronteras en estos países son así...
Por fin llegó nuestra furgoneta y comenzó el resto del trayecto hasta Quetzaltenango, la segunda ciudad más grande de Guatemala. En la carretera (la panamericana) comprobamos los destrozos que había causado el temporal que había azotado el país hace escasos días. Decenas de derrumbes habían bloqueado la carretera que ahora se podía transitar, aunque lentamente, gracias a los estrechos pasos abiertos. La única carretera de dos carriles por sentido que hemos visto en Guatemala se encontraba casi inservible por los derrumbes que según nos contaron habían sucedido hace ya más de una semana aunque los trabajos de limpieza no habían comenzado practicamente.
Tras casi 12 horas de viaje llegamos a Xela, que es como todo el mundo conoce aquí a la ciudad de Quetzaltenango. Esta ciudad, aunque no tiene grandes encantos se encuentra situada en la zona del altiplano guatemalteco y es un excelente punto de partida para realizar numerosas excursiones a los volcanes y montañas de esta región. Porque lo primero que nos llamó la atención desde que entramos en Guatemala es precisamente lo escarpado del terreno y las inmensas montañas que se pueden ver por todos lados. Y el más alto de todos es el volcán Tajomulco, el cual alcanza la impresionante altura de 4220 metros. El punto más alto en todo Centroamérica cuya ascensión se convirtió en nuestro primer reto.
En el hostal al que fuimos parar precisamente se encuentra también el local de Quetzaltrekkers, una organización de voluntarios que organizan diversas excursiones y cuyos fondos destinan a financiar una escuela y un hogar de niñ@s de la calle. Dio la casualidad que cuando llegamos había un grupo que se estaba preparando para subir al día siguiente al Tajomulco. La verdad es que nosotros veníamos con la intención de hacerlo por nuestra cuenta pero habíamos abandonado nuestra idea al sentir el frío que hacía en Xela (que está a la mitad de la altura), pero al conocer la organización y ver que salía un grupo al día siguiente nos animamos a subir con ell@s. Así que esa noche preparamos nuestras mochilas con todo el equipo que nos dieron, que serían unos 13 kilos de comida y ropa de abrigo que nos acompañarían hasta la base del cráter donde acamparíamos.
Sólo pudimos dormir unas horas porque a las cinco de la mañana salimos rumbo a la base del volcán que se encuentra a tres horas de camino. El grupo era curioso. Además de los guías (un chino, una estadounidense y un chico de Bilbao) nos acompañaban cuatro israelís, tres de ellas ortodoxas. Eso significaba que no comían nada que no fuera kosher, lo cual no es nada fácil si estás de viaje en Guatemala, tenían que llevar sus propios platos, cubiertos y cacerolas puesto que no podían haber tocado carne. Eso motivó que durante estos dos días que estuvimos junt@s hablásemos mucho sobre Judaísmo, Israel y las exigencias de una vida como las suya.
Quien nos iba a decir a nosotros que aprenderíamos tanto sobre ese tema en lo alto de una montaña en Centroamérica.
La ascensión fue una verdadera aventura de la que disfrutamos enormemente. Cinco extenuantes horas de subida cargando nuestras pesadas mochilas hasta la base del cráter donde acampamos y nos preparamos la cena entre charlas y caladas a una shisha que uno de los israelís cargaba con el a todas partes. Con la caída del sol llegó el helador frío que nos hizo abrigarnos como si estuviésemos en el Polo Norte y que nos llevó a la cama bien pronto. A las cuatro de la mañana sonó el despertador y con temperaturas por debajo de los cero grados comenzamos la ascensión de los últimos 200m para ver el amanecer desde la cima. Uno de los amaneceres más hermosos que jamás hayamos visto. Un mar de nubes del que asomaban numerosos volcanes como islas y al fondo, en el horizonte el rojo sol que poco a poco iba asomando. Al oeste se erguía una kilométrica sombra piramidal que llegaba hasta México como si estuviese señalando algún mágico lugar y justo tras nosotros estaba el inmenso cráter que permanecía oscuro y durmiente ajeno al sol que ya asomaba. Tras media hora de contemplación y un “saludo al Sol” regresamos al campamento a desayunar y tras ello descendimos, mucho más rápido de lo que lo subimos, el Tajomulco. Misión cumplida.
De recompensa en la base nos esperaba una riquísima comida y otras 3h de regreso a Xela.
Esa tarde como os podéis imaginar estábamos hechos polvo pero gastamos nuestros últimos cartuchos de energía visitando la feria de la ciudad y tomando un cerveza en una fiesta que los voluntarios de Quetzal Trekkers organizaban para recaudar fondos.
Al día siguiente, aprovechando que ya habíamos entrado en la dinámica de madrugar nos levantamos prontos y nos fuimos a conocer la laguna de Chicabal, un lugar sagrado para los mayas mam, que consideran esta laguna en que se encuentra en el interior del cráter de un volcán, como el centro de su cosmovisión. Un lugar muy mágico que suele estar envuelto en una espesa niebla que le da un aire todavía más místico. Aunque nosotros madrugamos de lo lindo no alcanzamos a verlo despejado, algo que sólo se consigue si se llega horas antes del medio día. De todos modos, disfrutamos de la excursión hasta allí a través de uno de los últimos bosque nubosos que quedan en Guatemala mientras imaginábamos ser uno de los cientos de personas que anualmente visitan la laguna para realizar ceremonias implorando a la lluvia.
Esa misma tarde regresamos a Xela y en un “chicken bus”(uno de esos autobuses escolares estadounidenses que aquí se usan como transporte público) emprendimos camino al lago Atitlán.
Nuestros primeros días en Guatemala nos habían dejado buen sabor de boca, no sólo por los espectaculares paisajes sino por su gente, una población mayoritariamente indígena (más del 60 por ciento de la población es maya) en la cual el español es sin duda alguna la segunda lengua y que a pesar de las recientes atrocidades que han sufrido siguen sonriendo a la vida y todo aquel que se cruzan en su camino.

Palo y Mikel

P.D: Podéis ver más fotos aquí

jueves, 14 de octubre de 2010

San Cris 2a parte: La vida en la huerta

Un soleado lunes del mes de Agosto nos mudamos a lo que sería nuestra nueva casa, un pequeño apartamento de dos habitaciones en el patio trasero del restaurante “La Casa del Pan”. Ese mismo día conocimos a nuestro nuevo compañero de piso y trabajo: Rudolph. Este reservado francés al que terminamos cogiendo mucho cariño es un experto granjero que creció entre vacas y lleva toda la vida en el campo, su verdadera pasión. Su español era nulo, su inglés curioso y su francés cerrado, por lo que la comunicación al principio fue difícil, pero poco a poco nuestro francés y su inglés se fueron soltando y nos fuimos acercando. Además a veces las palabras no hacen tanta falta.

Después de tantos meses viajando, fue casi un placer tener una rutina. Nos levantábamos un poco antes de las ocho, desayunábamos lo que las cocineras estimasen oportuno (demasiados frijoles que al final pasaron factura) y nos dábamos un paseo con el café en la mano hasta el mercado donde cogíamos la “combi” que nos llevaba hasta la huerta. Allí nos esperaban Esteban y Alejandro para cosechar, desyerbar (a lo que uno dedica mucho tiempo si tiene un huerto orgánico), preparar la tierra, sembrar, hacer “control biológico” y demás labores propias de la huerta, incluida la más desagradable: ir a buscar a un rancho cercano sacos de estiércol de vaca y cargar con ellos hasta la huerta.

La verdad es que se trataba de un trabajo bien agradable en el que cada uno llevaba el ritmo que quería (incluidos Alejandro y Esteban que se la pasaban apostando a las cartas), escuchando música en la radio o los programas de la radio zapatista que Alejandro se empeñaba en escuchar, charlando de esto y de aquello y haciendo nuestros descansos para ir a por fruta o tumbarnos al sol.

A las dos terminaba nuestra jornada con un hambre canina y casualmente, casi siempre era la hora a la que empezaba a llover por lo que muchos días llegábamos empapados a casa. Lo peor era que la ducha que nos esperaba no solía estar caliente, aunque nuestros males se curaban cuando a las tres empezábamos a comer. El menú siempre era parecido, un bufé con agua de frutas, delicioso pan casero, sopa o crema, barra infinita de ensaladas y un plato caliente que cada día cambiaba. Todo vegetariano,orgánico y tradicional. Una maravilla, excepto cuando se acaba el plato caliente y nos tocaba un tamal y frijoles los cuales la última semana no podíamos ni ver. Después de comer nos íbamos rodando hasta la cama donde solía caer una siestita.

Por las tardes siempre había algo que hacer, alguien a quien visitar o alguien aparecía por casa para pasar el rato. Además, muchas de las actividades estaban en el restaurante-centro cultural en el que vivíamos: yoga (al que Palo era asidua), capoeira, clown, películas...y hasta había un centro de terapias alternativas donde Palo aprovechó para hacer un curso de shiatsu-do. Lo malo es que si queríamos cenar gratis teníamos que pasar por casa sobre las ocho, aunque muchas veces no lo hacíamos porque ni siquiera teníamos hambre y además la cena no era gran cosa (sí, lo habéis adivinado, tamales y frijoles).

Además de las actividades varias que ofrece Sancris y de las que ya hemos hablado, cada vez íbamos conociendo más gente y a enterarnos de más proyectos: Bonny y Carlos, una pareja de personajes donde los haya, que trabajaban en un bar cercano; los chicos del Paliacate, un centro social recién inaugurado donde se mueven muchas cosas; Pistacho y Laura, con quienes afianzamos nuestra amistad y hacíamos planes juntos; la banda de Soulfire, que tocaban cada noche en un bar distinto y con quienes había muy buena onda; los artesanos de nuestra anterior casa a quienes íbamos a visitar de vez en cuando y nos enseñaban algo de artesanía; Constanza, Kal y Bárbara (nuestros anfitriones al llegar a San Cris), con quienes nos tomábamos un vino de vez en cuando; Lucía, Gema y Cris que durante este tiempo han estado yendo y viniendo de San Cris y las otras muchas personas que en una pequeña ciudad como ésta te encuentras en todos lados y con las que terminas entablando amistad.

En esas estábamos cuando llegó Javi para quedarse y trabajar con nosotros en la huerta. Con él llegó la música de su guitarra y algo más de alegría a la casa. Unos llegaban y otros se iban, porque justo entonces Lucía y las niñas se se fueron a comunidades durante quince días como observadoras de derechos humanos.

Los fines de semana eran tranquilos pero casi siempre estábamos enredados con algo. Sólo uno de ellos hicimos turismo fuera de San Cris y decidimos ir a conocer el cercano pueblo de San Juan de Chamula, famoso por su fuerte tradición indígena y por su singular iglesia donde se mezclan tradiciones católicas e indígenas en un espectacular sincretismo. En su lúgubre interior iluminado por centenares de velas está prohibido realizar fotos porque creen que se roba el alma a los santos allí representados. Lo que sí se puede hacer es observar los rezos, rituales y sanaciones con pollos, incienso, música, Coca-Cola , posh (tradicional licor de caña) y cohetes. Algo completamente diferente a lo que estamos acostumbrados que a todo aquel que entra le deja sin palabras y con los ojos bien abiertos. Esa misma tarde también visitamos el Museo de medicina maya, el cual nos ayudó a entender muchos de los rituales que se practican en las iglesias y nos quedamos sorprendidos con el trabajo de las parteras indígenas y la manera que tienen de dar a luz (de rodillas, sobre el piso de tierra y completamente vestida)

Los sábados por la noche siempre solía haber alguna función, generalmente de clown, en el espacio escénico que estaba justo encima de nuestra casa, así que no cabía la excusa de la pereza para no ir. Risas que luego se podían continuar con algún concierto (la música en vivo nunca falta en San Cris), alguna fiesta o alguna cena en casa de algún amig@.

Los domingos solíamos quedarnos en casa disfrutando de que se convertía en nuestro restaurante ya que se cerraba al público y nosotros lo abríamos a l@s amig@s. Nos preparábamos grandes comidas en la cocina que degustábamos al sol en la azotea, que además de tener buenas vistas, tenía una preciosa huerta.

Ya empezábamos a formar un buen equipo de huera cuando apareció por casa una risueña japonesa que comenzó a venir a la huerta con nosotros y a compartir mucho más que eso. Se llamaba Ayuchi. Después de una estresada vida en Tokio como diseñadora gráfica había decidido buscar algo que le llenase más y después de un tiempo por California, había terminado en México como wwoofer (trabajando en las huertas a cambio de comida y casa). Rápidamente nos enamoramos mutuamente y juntos pasamos todas las tardes. Juntos fuimos a clase de salsa (a las cuales sólo continuó yendo el ya no tan tímido Rudolph), hicimos un taller de queso, vimos documentales, pasamos la fiesta del bicentenario de la independencia de México y como despedida hicimos un taller de sushi. Su visita fue breve pero muy intensa. Pero otra vez unos venían y otros llegaban. Lucía llegó de comunidades y después de unos días de fiesta se marchó de nuevo a Oaxaca con Gema y Cris y Marisol, la madre de Javi, llegó para quedarse diez días en San Cristóbal y experienciar con mucha alegría nuestra vida en esta bella ciudad. Se vino un día a la huerta a trabajar con nosotros, aprendió a hacer macramé (Palo que también está aprendiendo le enseñó un poco), cocinamos junt@s (en este caso ella fue la maestra), visitó el proyecto de Tzajalá donde Javi colaboró varias semanas, vimos cine y documentales y hasta se sumó a alguno de nuestros planes nocturnos. Fue un placer tenerla con nosotros con tanta motivación y sin poner una sola mala cara a nuestro modo de vida al que se adaptó como una más. Al cabo de unos días llegó el padre de Javi y con él, las lluvias torrenciales.

Con ellos aprovechamos para conocer el cañón del sumidero, una de las mayores atracciones turísticas de Chiapas. Se trata de un paseo por el río Grijalva observando las espectaculares paredes de piedra de hasta 1000 metros de altura así como las curiosas formaciones que se dan. Durante el paseo en barca, vimos cocodrilos, monos araña, zopilotes y bastantes troncos y basura en al agua debido a las fuertes lluvias que las arrastran. Este fue el único día que no cayó un aguacero, porque los días siguientes estuvo lloviendo sin parar provocando serias inundaciones en varios barrios de la ciudad. Fue el mismo temporal que azotó Oaxaca y Guatemala, cuyos destrozos más tarde comprobaríamos. Muy agradecidos por todas las cenitas a las que nos invitaron y su grata compañía y con la incertidumbre de si llegarían al aeropuerto, nos despedimos de ellos el domingo.

Se acercaba Octubre y con él dos meses desde que llegamos a esta ciudad. Eran tiempos de cambio y de tomar decisiones: Laura y Pistacho se marcharon a Oaxaca, Lucía volvió de allí y se encontró con las sorpresa de que su novio Ale había venido desde España para viajar con ella, nuestro querido Rudolph se marchaba triste a un rancho de Estados Unidos, nuestra colaboración en la huerta se terminaba y con ella el tener una casa gratis, el COP 16 (la cumbre de NU sobre el clima) se acercaba y empezamos a implicarnos en algunas acciones relacionadas con ella...¿Y ahora qué? En un principio habíamos decidido ir a comunidades durante 15 días como observadores de derechos humanos, pero en el último momento cambiamos de planes y decidimos irnos a viajar por Guatemala quince días porque en realidad necesitábamos movernos y la visa había que renovarla en pocos días (y pensar que cuando nos dieron seis meses pensamos que nos sobrarían...).

A Javi le dejamos instalado en una casa que nos prestaron y que iba a ser compartida con los integrantes de Soulfire que la utilizarían como sala de ensayo. Nosotros nos marchamos rumbo a Quetzaltenango, Guatemala, sabiendo que en dos semanas regresaríamos a San Cris. Habíamos dejado muchas cosas pendientes y no éramos capaz de decirle definitivamente adiós. Con la tristeza de quien ha echado raíces en un lugar, le dijimos hasta luego.

Palo y Mikel

P.D: Podéis ver más fotos aquí

sábado, 2 de octubre de 2010

¡Pásele!, ¿Qué va a tomar?

La mayoría de la gente que no ha viajado a México cuando le preguntan que conoce de la cocina mexicana hablará de tacos, burritos, quesadillas, nachos y cerveza Coronita. Ignorantes nosotros, eso pensábamos encontrarnos hasta que cruzamos la frontera y nuestra amiga Paola nos llevó a comer. En ese momento nos dimos cuenta de lo diverso y sabroso de la comida mexicana y lo mal exportada que está. Resulta que lo que conocemos como comida mexicana es más bien su versión tex-mex (del sur de los EE.UU.) Una adaptación transfronteriza equivalente a la versión occidental de la comida china.

Pero resulta que la cocina mexicana es sorprendentemente sabrosa y diversa. Tan diversa como los diversos méxicos que hay en México. El abundante marisco de la Baja California y sus ricos tacos de pescado (preferiblemente degustados bajo una palapa y con una michelada bien fría), los tacos, quesadillas, huaraches, sopes, gorditas y demás “botanas” (comida para degustar con los dedos en un puesto callejero) que en el DF son afamados y que como mejor se digieren son sentado de frente al acalorado taquero. La birria, el cordero preparado al estilo jaliciense, con un poco de salsa enchilosa o la cochinita pibil que se prepara en Yucatán, asando un cerdo con piedras calientes enterrado en la tierra. Por supuesto los moles y salsas. Esas interminables recetas de decenas de ingredientes que son una obra maestra culinaria de exótico gusto. O mi favorito, los chiles en nogada, unos chiles rellenos de carne molida cubiertos de una salsa de nueces (las cuales hay que partir y pelar una a una y remojar en leche un día) y unos granos de granada para adornar. Mmmmm. Y podría continuar así párrafos y párrafos.

Pero para hacer justicia debo dejar un as lineas para sus deliciosas bebidas y licores, como las refrescantes aguas de frutas, el delicioso café chiapaneco, el vaioso cacao (en sus diversas versiones) los los tradicionales fermentos como el tepache y tejuino o el afamado tequila que junto con sus primos el mezcal y el pulque, animan todo tipo de parrandas.

Una cocina que nace de la fusión de dos culturas, la europea y la tradicional indígena. Sobre todo en lo que respecta al lugar central que ocupa el maíz en la cultura mexicana ya no sólo gastronómica. El maíz, originario de México, constituye el ingrediente esencial de la dieta mexicana. No conozco ningún otro alimento que se pueda encontrar proparado de tan diversas formas. Tortillas, elotes, esquites, tamales, pan de maíz, atole, pinole, pozol... son muchas las formas de preparar el maíz.

Y también son muchos los colores, porque acá se consumen las cuatro variedades de maíz: blanco, amarillo, azul y rojo. Una planta sagrada que en este país crece hasta en las grietas de la tierra y que es capaz de desatar revueltas populares cuando sube de precio. Aunque tristemente esa riqueza biológica, fruto de miles de años de experimentación se está perdiendo a medida que aumenta el consumo de maíz estadounidense, que transgénico y subvencionado, invade las tortillerías de México.

Aunque no es el maíz, el único manjar que Mesoamérica nos ha regalado al mundo. También la calabaza, el frijol, el cacao, el pavo o el chile (los pimientos) son regalos que provienen de estas latitudes. Y algunos otros manjares menos conocidos como el epasote, el tatsoe, la chaya o el abulón. Todos ellos enriquecen la gastronomía mexicana y le aportan sabores desconocidos para paladares extranjeros. Algunos tan ancestrales o peculiares como los instrumentos que se utilizan para su preparación, como el molcajete para preparar las salsas, el comal para las tortillas o el estrambótico molinillo para batir el cacao.

En definitiva, México es un país para visitar con el paladar. Nosotros desde luego estamos disfrutando con los sabores que nos brinda, que no dejan de sorprendernos conforme nos movemos. Una riqueza cultural que es un placer dedicarse a descubrir.

Mikel