lunes, 29 de marzo de 2010

El fantástico mundo de los cupcakes


Nuestras magdalenas están muy ricas, pero para el estilo estadounidense pueden resultar demasiado aburridas. Siempre el mismo color, el mismo sabor y la misma forma.
Los americanos inventaron las magdalenas 2.0, se llaman cupcakes. Aunque existen desde hace mucho tiempo en el mundo de la repostería de este país, ahora se han puesto de moda y han surgido numerosas tiendas especializadas en este dulce objeto de deseo, no siendo extraño pagar hasta tres o cuatro euros por uno de estos coloridos manjares.
Los cupcakes consisten en una magdalena de cualquier color y sabor imaginable y con una cubierta de crema de colores poco naturales y bastante llamativos. Pero existen innumerables variantes. Rellenas con exóticas cremas y merengues, con virutas de colorines, con trocitos de chocolates, con frutos secos, etc.
A nosotros Brandy, nuestra anfitriona en Las Vegas, nos trajo una caja entera llena de ellos porque no se podía creer que no los hubiésemos probado nunca. En un principio sus colores artificiales no nos convencieron mucho (tenéis que ver el especial del día de San Patricio, todo verde y espolvoreado con tréboles de azucar) pero la verdad es que nos gustaron bastante (hay que admitir que somos unos amantes del dulce). Eso sí, te tomas uno y ya has cenado. Si triunfasen en España se acabarían las 6 magdalenas con el tazón de Cola-Cao para cenar. Medio cupcake y a la cama.
Palo y Mikel

sábado, 27 de marzo de 2010

Paz, Amor y Haight-Ashbury

Si existe una ciudad hippie por excelencia es San Francisco. En esta ciudad, además de encontrarse en el corazón de California, tierra prometida para comeflores de los años 60, se ubica el barrio de Haight-Ashbury, epicentro del “Verano del Amor”. Ubicada al oeste de la ciudad, al lado del gran parque de Golden Gate, toma su nombre de las dos calles principales que lo cruza, Haight st. y Ashbury st. Por alguna razón a mediados de los años 60 empezaron a llegar jóvenes de todo el país de pelo largo y extrañas y coloridas vestimentas, en busca de buena música, drogas y amor libre.

En este barrio confluyeron creativamente muchísimas expresiones artísticas y políticas. Musicalmente numerosas bandas transgresoras surgieron de este barrio. Jannis Joplin, con su Big Brother and the Holding Company, Jefferson Airplane o los Grateful Dead, que vivían de manera comunitaria (9 integrantes) en una casa en el 710 de la calle Ashbury. Todos eran vecinos y no era de extrañar verles tocando juntos, ensayando en la calle o amenizando alguna fiesta como las conocidas Acid Tests organizadas por Ken Kesey y que creo no hacen falta ser explicadas.

En el aspecto literario uno podía cruzarse con el poeta Allen Ginsberg, Jack Kerouac (autor de En la carretera) así como el antes mencionado Ken Kesey, autor de “Alguien voló sobre el nido del cuco” e integrante del grupo “Merry Pranksters” (Los alegres bromistas) que recorrieron el país de fiesta psicotrópica en fiesta más psicotrópica todavía en un autobús escolar psicodélicamente pintado viaje que narra Tom Wolfe en su libro “Ponche de Ácido Lisérgico”. Aunque estos autores, más relacionados con la Beat Generation que con el movimiento hippie, vivían en barrio de North Beach, se les podía ver paseando por el barrio a menudo.

En aspecto teatral, aunque todos los hippies tenían una gran debilidad por los espectáculos y llamar la atención, hay que destacar al interesante grupo de artistas teatrales llamado “The Diggers” (Los excavadores), que no sólo realizaban obras en la calle con un contenido altamente político (se consideraban anarquistas comunitaristas) sino que además editaban una revista, mantenían un comedor popular gratuito, tiendas gratuitas e incluso una clínica médica (gracias a la ayuda de los estudiantes de medicina de la facultad que se encuentra cerca). Todo mezclado con un toque de locura artística hippie-dadaista.

Por último en el plano más político habría que destacar el nacimiento del Youth International Party, moviento político nacido en 1967 de la mano del conocido líder (aunque no creo que este calificativo le gustase mucho) del movimiento contra la guerra de Vietnam y autor de “Steal this book” (roba este libro), Abbie Hoffman. Aunque el grupo nació en Nueva York, pronto la ciudad se inundó de “yippies”, como se conocían a sus miembros, que en 1968 presentaron la Pigasus, un cerdo a la presidencia de los EE.UU.

Así que con tras este repaso a algunos de los más conocidos vecinos y moradores de la zona uno puede imaginarse lo que tenía que ser dar un paseo por las calles de este barrio a finales de los años 60. Pero como si fuese un cuento Woodstock llegó y el Verano del Amor se terminó. Poco a poco el movimiento hippie fue perdiendo fuerza. Muchos se fueron a vivir al campo, otros abandonaron sus ideas más políticas y terminaron fundando exitosas empresas, a otros simplemente sus padres decidieron dejar de subvencionarles un modo de vida que no les gustaba.

Como les sucede a la mayoría de los barrios que se popularizan, Haight-Ashbury sufrió un importante proceso de gentrificación y ahora en las casas donde antes habitaban comunas de jóvenes radicales pueden verse carteles de apoyo a Obama y todoterrenos aparcados en la puerta.

Sólo quedan restos deformados del espíritu de los 60. Los hippies han dejado paso a punkismucho más grises y menos artísticos, jovencitos con camisetas teñidas de colores y braquets en los dientes y modernos en busca de ropa extraña con la que causar impresión. Las tiendas de parafernalia psicodélica y elementos para el fumador de marihuana se alternan con boutiques de moda, tiendas de recuerdos, caras tiendas de ropa de segunda mano y cafés con precios no muy populares.

Al menos todavía se escucha música en el adjunto Golden Gate Park donde los tambores todavía recuerdan a lo que fue la meca del amor libre.


Mikel

viernes, 26 de marzo de 2010

The city by the bay

Nuestro primer destino de la costa oeste ha sido San Francisco, “la ciudad en la bahía”.

Estado Unidos en un país inmenso con muchos sitios que nos gustaría visitar, pero también es un país mucho más caro que los países latinoamericanos, así que nuestro presupuesto sólo nos permite visitar aquellos sitios donde tenemos conocidos que nos puedan alojar.

En San Francisco nos fallaron los contactos que teníamos, aunque aún así no nos lo queríamos perder, así que utilizamos un as que teníamos guardado en la manga, el Couch Surfing (y su clon, Hospitality Club). Para los que no los conozcáis, se trata de dos páginas en las que uno se puede registrar para ofrecer o buscar un lugar donde alojarse, generalmente el sofá de su casa. Pero ya haremos una entrada a parte sobre este asunto que nos encanta y pensamos seguir utilizando.

Nuestra llegada a la ciudad empezó con un malentendido que nos hizo tener que buscar un hostal a las 11 de la noche para pasar la noche. Volvimos a acordarnos de nuestros años de Interrail en un albergue lleno de jovenzuelos que se preparaban para salir de fiesta con los nuevos amigos de otro país que se habían echado. Nosotros nos fuimos directos a la litera.

Al día siguiente dejamos las mochilas y nos fuimos a pasar el día a Berkeley, una pequeña ciudad al otro lado de la bahía donde se encuentra una de las principales universidades de California. La universidad de Berkeley fue el escenario de las mayores protestas estudiantiles contra la guerra de Vietnam además de continuar siendo un polo de activismo político bastante importante en la actualidad. A nosotros nos encantó pasear por su precioso campus con un gran ambiente festivo, ya que era el día en el que empezaba el Spring Break (vacaciones de semana santa). Nos llamó la atención la diferencia con la otra universidad que hemos visitado en Estados Unidos, la de Princeton, una universidad privada mucho más selecta y con unos estudiantes un tanto más homogéneos. Berkeley recuerda más a la Ciudad Universitaria de Madrid, con sus punkis, su gente tirada en el césped disfrutando del sol o sus vendedores ambulantes a la salida del metro.

Por la tarde quedamos en la calle Telegraph para tomarnos un café con Taylor un conocido que estudia allí y nos dimos un paseo por la tiendas de discos usados, las librerías y los puestos callejeros. La verdad es que nos gustó mucho el lugar y tiene que ser una gran experiencia poder estudiar en esta universidad.

Entrada la tarde volvimos a San Francisco a por nuestras mochilas y emprendimos rumbo a la casa de Francisco, nuestro primer contacto que gracias al Couch Surfing nos iba a alojar durante varias noches. Su casa se encontraba cerca de The Castro, el barrio gay por autonomasia de EE.UU. Pero para llegar había que subir una cuesta de esas que salen en las películas y en las que a veces se puede ver a algún osado ciclista subiendo. El esfuerzo mereció la pena. En su casa de tres plantas, nos esperaba Francisco, un mexicano de 38 años que reside en la zona desde los 16 años cuando emigró con su familia. Un verdadero ejemplo del famoso “sueño americano”. Sus padres vinieron como braceros a trabajar en el campo y él ahora ocupa un alto cargo en una empresa de diseño.

Tuvimos la suerte de tener nuestra propia habitación y de que la casa se encontraba muy cerca de Mission, nuestro barrio favorito en el que pasamos los dos días siguientes.

Mission es el barrio latino de San Francisco, pero desde hace unos años se ha convertido también en uno de las barrio más bohemios. La mezcla resulta curiosa. Los cafés y las librerías se alternan con las taquerías donde disfrutar de uno de los famosos burritos del barrio. Comiendo un burrito de cinco dolares, te sientes lleno durante cinco días. Lo decimos por experiencia.

Pero en otras zonas uno se siente trasladado a un país latinoamericano, con comercios y letreros únicamente en español.

Es uno de los barrios de la ciudad donde hay más murales, muchos en español y la mayoría reflejando las luchas de los emigrantes, tantos en sus países natales como aquí.

A nosotros nos gustó especialmente la calle Valencia, en la que hay tiendas muy curiosas, sitios donde salir a bailar y librerías muy interesantes.

Una de las cosas que más sorprende de San Francisco, y de manera positiva, es el gran número de librerías y la calidad de las mismas. Una de ellas en concreto, City Lights Bookstore, frecuentada por autores de la Beat Generation y que cuenta con su propia editorial, es sin duda alguna la mejor librería que conocemos.

Otro punto donde se siente la mezcla es el Dolores Park, toda una experiencia sociológica. Pero para entenderlo mejor mirar la entrada anterior.

Y hablando de experiencias sociológicas, no se nos puede olvidar mencionar la fiesta a la que nos llevó Francisco nada más conocerle. Se trataba de una fiesta benéfica en la que el objetivo era recaudar fondos para una escuela primaria. Pero no os imaginéis la típica fiesta en el patio del colegio en la que se venden las manualidades que han hecho los niños o la tómbola con los juguetes usados que ha traído cada uno. Ni punto de comparación. Ésto era una fiesta cool en un garito de moda con gorilón en la puerta y una larga fila de sujetos a la moda esperando entrar. A nosotros nos dieron una pulsera VIP y no tuvimos que hacerla.

En el interior de la sala colgaban numerosas obras de arte que diferentes personas habían cedido para su subasta. También se subastaba bisutería de diseño, trajes y numerosos servicios como paseos en limusina, reportajes fotográficos o cenas en caros restaurantes.

Por supuesto también había manualidades de l@s niñ@s, sabiamente guiadas por las manos de algún adulto con olfato comercial, que parecían verdaderas obras de diseño.

Todo esto amenizado con Djs, conciertos y luces de colores.

La idea suena rara, pero lo cierto es que recaudaron 50.000 dólares. Ay, si las monjas de nuestro cole lo hubiesen sabido...

Aunque estábamos encantados en el barrio de Mission, había que descubrir más partes de la ciudad.

Por suerte para ir andando a casi cualquier lado había que cruzar el barrio de The Castro, el barrio gay. A algunos os sonará de la película de Harvey Milk, cuyo nombre ha adoptado la plaza principal del barrio donde ondea una inmensa bandera arcoiris. Este defensor de los derechos de los homosexuales asesinado a finales de los 70 también da nombre a un centro de derechos civiles y su imagen puede verse en bastantes comercios de la zona recordando bastante a la imagen del Ché. El barrio es muy agradable (¿por qué será que todos los barrios gays siempre están muy bien cuidados?) y además de poder verse las típicas atrevidas tiendas gays, es donde se ubica el teatro Castro, un cine de los que ya no quedan, construido en los años 20, con un gran neón en la fachada, asientos de terciopelo rojo, un telón que cubre la pantalla y hasta un organista que ameniza los momentos anteriores a la proyección.

Otra de las mañanas la pasamos en el Museo de Arte Moderno, el cual se encuentra en el barrio de SoMa, y nos gustó sobre todo por su colección de fotografía. Nos quedamos con las ganas de visitar el Museo de la Diáspora Africana que se encuentra muy cerca pero estaba cerrado.

Como no podía ser menos, uno de los días tocaba visitar las principales atracciones turísticas: Chinatown, North Beach, la famosa calle que hace eses y los muelles, desde donde se ve Alcatraz y el Golden Gate Bridge.

Está bien, pero sin más. No nos pareció tan auténtico como otras zonas de la ciudad. Por destacar algo, las mujeres chinas jugando a las cartas en el parque y la Transamerican Piramid, uno de los rascacielos más originales que hemos visto.

Los últimos dos días los pasamos en casa de otra pareja que nos también nos acogió gracias a Couch Surfing. Carrie y Greg, como se llamaban, vivían en Haight-Ashbury, el barrio hippie y una de las zonas que nos faltaba por conocer. Con esta simpática pareja tuvimos interesantes conversaciones sobre viajes ya que ellos han viajado por varias regiones del mundo de mochileros. Sus experiencias nos dieron ánimos para continuar con nuestro viaje y nos dieron valiosos consejos.

Por su barrio pasamos todo el día siguiente. Además de recorrernos la Haight street un par de veces, visitamos unos cuantos parques. Primero subimos al Buena Vista Park, una colina completamente cubierta de vegetación de lo más salvaje que recorren varios caminitos de tierra y escaleras construidas con traviesas de madera. Es un placer sentirse en pleno bosque en medio de la ciudad. Luego subimos al adyacente Corona Heights, una colina descubierta desde la que se puede ver toda la ciudad con unas vistas de la ciudad decasi 360grados. Por último nos fuimos a pasar lo que quedaba de día al inmenso Golden Gate Park. Este parque, bastante más grande que el Central Park de Nueva York, nos pareció de lo mejorcito de la ciudad. Tiene lugares de ensueño con árboles milenarios, un jardín japonés, museos, un jardín botánico, instalaciones deportivas y de recreo para todos los gustos y un lago precioso. La verdad es que esta ciudad está llena de naturaleza. Viniendo de una ciudad donde el alcalde sustituye los pocos árboles que hay por farolas y raquíticos ficus, y las plazas parecen aparcamientos para coches donde es imposible cobijarse del sol, San Francisco nos parece que está inundada de vegetación. Cuenta con cuatro o cinco parques en los que los que el árbol más pequeño es más grande que el mayor árbol del Retiro, sino porque las flores, de todo tipo y color inundan las calles, los jardines y las ventanas. La mayoría de los alcorques son sembrados con preciosas flores por los vecinos de las casas de enfrente que personalizan cada uno de ellos. Los enormes lirios crecen por todas partes como si fuesen malas hiervas y la variedad de árboles que se ven en las calles es increíble, muchos de ellos llenos de preciosas flores que nadie se atreve a arrancar.

Ese día decidimos terminarlo en la playa (si, esta ciudad lo tiene todo) viendo la puesta de sol y con ganas de unirnos a alguna de las hogueras que grupos de gente estaban empezando a encender.

Así terminó nuestra primera visita a San Francisco, porque pensamos regresar. Primero vamos a pasar un par de noches a la vuelta de Las Vegas, y además nos encantaría venir al Green Festival, un encuentro sobre ecología política que pinta estupendamente y que cae en fechas durante las que andaremos por Santa Cruz, no muy lejos de la ciudad.

Porque esta ciudad nos ha encantado. Es una ciudad que rompe con muchos de los estereotipos que se tienen sobre Estados Unidos y realmente es muy diferente a la mayoría de lugares que hemos conocido en este país. Es una ciudad muy activa socialmente que rompe con las tradicionales líneas políticas que rigen Estados Unidos. A modo de ejemplo, en 5 días recorriendo la ciudad entera no vimos más que 2 McDonalds, que por cierto, estaban vacíos; el beber en la calle, algo super prohibido en el resto del país, es algo normal en esta ciudad e incluso la Marihuana es legal para usos terapéuticos. Además la gente es muy amigable y diversa. Su tamaño es agradable y permite ir a pie a muchos sitios, y si no hay un sistema de transporte público, que si bien no llega a ser como los europeos, es de los mejores que nos hemos encontrado en el país. Además, si quieres moverte en bici, pero no quieres subir tanta cuestas, los autobuses cuentan con un portabicicletas en la parte delantera. Ya podría tomar nota Gallardón. Es una ciudad muy divertida llena de gente rara. Aunque parezca mentira vimos 3 personas llevando a sus gatos en un carrito de bebé (uno de ello con estéreo incorporado por el que se escuchaba a los Kiss a todo trapo). La mezcla de hippies, bohemios, gente sin hogar, raperos, skaters, punkis (que por cierto, aquí acostumbran a llevar un monopatín en la mochila), ejecutivos, modernos de todos los sabores y numerosa población emigrante; resultan en una amalgama de lo más entretenido. Una armonía difícil de encontrar en otra ciudad.

Esta es San Francisco, Frisco para los amigos.

Mikel y Paloma

P.S. Podéis ver más fotos aquí y aquí

jueves, 25 de marzo de 2010

Una vistazo al Dolores Park

El otro día paseando por el Mission District (el barrio de la misión) decidimos disfrutar del sol en el Dolores Park, un pequeño parque lleno de cesped que se encuentra en una de las esquinas de este barrio tan colorido y lleno de gente de toda clase. Esto es lo que vimos.

Los que juegan a las palas:

El grupo de gays que farda enseñando músculos:

Los lectores:
Los que juegan a la petanca:

El skater que bebe con una bolsa de cartón:

La que se disfraza Jacqueline Kennedy y toma champagne con una guinda:

La china en busca de latas para reciclar:

Los acróbatas:

Los que juegan a un juego raro:

Los que juegan a un juego más raro todavía:

El hippie (o el doble de Junca):

Los que hacen cola para ir al baño:

El que no quiere hacer cola:

El fotógrafo y su ayudante:

Mi favorito, el gordito rockabilly y gafotas con cara de amargado:

Los ciclistas que lucen palmito:

Las lesbianas que me que me miran fijamente:

Los que se bajan el salón entero al parque:

Los punkis:

El fixie:

El calvo que juega con un aro:

El mexicano que no entiende muy bien de que va el rollo:

Los raperos:

El cumpleaños de los niños:

El gay que hila su propia lana:

La mujer de rojo:

Dos gnomos:


Mikel

viernes, 19 de marzo de 2010

San Patricio en Nueva York

Llegó el momento de abandonar el que ha sido nuestro hogar prácticamente desde que llegamos a EE.UU. Se acabó lo que se daba en New Jersey. Muchas gracias Susan y Allan, nos hemos sentido como si fuésemos parte de la familia. Después de unas cómodas y revitalizantes vacaciones en Puerto Rico y de unos días ultimando los preparativos finales sentimos que en ese momento empezaba realmente nuestro viaje. La aventura iba tomando forma.

Emprendíamos rumbo a San Francisco, pero todavía nos esperaba una interesante jornada en Nueva York. Debíamos pasar allí la noche porque nuestro vuelo salía del aeropuerto de dicha ciudad y dio la coincidencia de que era el día de Saint Patrick, santo patrón de los irlandeses, que como todo el mundo sabe son grandes bebedores. Pero como dicen por aquí, en Nueva York todo el mundo es irlandés el día de Saint Patrick. Nuestra amiga Ana, que lleva unos meses en la ciudad formándose como actriz, nos esperaba para irnos de fiesta juntos. Luego nos alojaría en su casa.

Desde luego el aspecto de la ciudad no era el mismo que habíamos dejado en nuestra última visita. Un sol radiante se proyectaba por las avenidas y no quedaba rastro de la nieve que se amontonaba a los lados de las carreteras cuando nos fuimos. No llegamos a tiempo para ver el tradicional desfile que todos los años recorre Manhattan al son de gaitas. La tradición ese día dicta que uno debe vestirse con alguna prenda verde(cuantas más mejor) y beber cerveza. Mucha cerveza. En los bares y en la calle, donde por una vez al año la policía hace la vista gorda. Nuestro bajo presupuesto y los elevados precios neoyorquinos hicieron que más bien optásemos por la segunda opción. Aprovechando que hacía buen tiempo, decidimos pasar la tarde en Central con una cervecita y unas patatuelas, al más puro estilo madrileño (al menos el nuestro). Entrada la noche nos juntamos con más gente del mundo de la farándula que eran amigos de Ana y esta vez sí que seguimos la tradición y nos fuimos a seguir de cañas (bueno, aquí se va de pintas) en unos cuantos bares más. Pasadas casi 12h desde que nos pusimos a celebrar este santo día nos encontramos en un bar lleno de personajes solitarios que miraban partidos de todo tipo de deportes en las pantallas de televisión y con uno de los componentes del grupo que no paraba de hablar de paellas y tortugas debido a los efectos de la cerveza y el whisky. Fue entonces cuando decidimos poner fin a esta larga noche. Por la mañana nos esperaba un largo trayecto en metro hasta el aeropuerto y siete horas de vuelo(sin darte una mísera patata frita) para seguir en el mismo país.

Paloma y Mikel

P.D. Podeis ver mas fotos aqui

jueves, 18 de marzo de 2010

Aviso para navegantes

Varias personas nos han comentado su imposibilidad de realizar comentarios en este blog. Sentimos la inconveniencia y ya lo hemos arreglado para que todo el mundo pueda poner un comentario sin necesidad de registrarse. Simplemente hay que pinchar donde pone comentarios, escribir lo que quieras y donde poner comentar como seleccionar nombre/URL. El URL no hace falta ponerlo. Simplemente el nombre con el que quieras aparecer.

Agradecemos vuestro comentarios y esperamos que disfrutéis de nuestro blog.

Paloma y Mikel

martes, 16 de marzo de 2010

Un toque de color en una ciudad gris

Algo que nos ha gustado mucho de Philadelphia han sido sus murales. Desde que en 1984 la ciudad decidiese convertirse en la capital del mural de EE.UU. se han pintado más de 2000 murales. Da gusto el doblar una esquina y encontrarse un colorido mural donde podría no haber más que ladrillo o publicidad.
Aquí tenéis una muestra.





Mikel