Al día siguiente, de muy mal café (y para colmo sin tener uno de verdad), nos fuimos a otra playa más remota, la playa El requesón. Nuestro humor cambió cuando una amable pareja de estadounidenses nos llevó a la playa y además nos regalaron agua y unos pocos víveres que les sobraban. Cuando la marea esta baja se puede caminar hasta un islote cercano desde donde hay unas vistas de la bahía que merecen la pena. Hicimos snorkel aunque no vimos gran cosa porque no hay arrecifes de coral. Lo que sí disfrutamos fue bucear en busca de almejas que sacamos a puñados y nos cenamos esa misma noche, mmm. Además pudimos descansar sin ningún tipo de ruido salvo el de la marea.
La mañana siguiente nos esperaba un largo día de viaje hasta la ciudad de La Paz, a unas siete horas de trayecto. Después de esperar casi una hora sin que pasase ningún coche llegó nuestro salvador, Mario Juan, el terror de las nenas de Baja California y que afortunadamente nos llevó a la Paz. Este pescador de 62años, antiguo profesor de matemáticas, al poco tiempo de subirnos nos contó orgulloso que además de tener a su mujer, tenía otras dos concubinas en ciudades diferentes y entre las tres trece hijos y unos cuantos nietos. Nos habló de los problemas que tenía para mantener a las tres familias sin levantar envidias entre las mujeres sobre quien recibía más. De hecho, nosotros conocimos a una de sus concubinas y a varias de sus hijas ya que paramos en Loreto a visitarlas en su humilde casa donde nos ofrecieron una ducha y algo de comer. Al final resultó que la mujer (concubina 1) y la hija con su novio se unieron al viaje, así que nos tocó pasar las seis horas siguientes de trayecto en la parte de atrás de su pick up. Toda una experiencia teniendo en cuenta el sol abrasador que nos acompañó todo el camino. Llenos de polvo y hambrientos llegamos a la Paz donde nos esperaba nuestro nuevo anfitrión, Oswaldo.
Palo y Mikel
P.D:Podéis ver más fotos aquí
:-D
ResponderEliminarjajaja hay amigo ya no vallas a otra solo el requeson
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