lunes, 27 de septiembre de 2010

EZLN: la rebelión indígena

Pocas horas le quedaban de vida al año 1993, o quizás ya había nacido el 94 cuando miles de indígenas armados, algunos con viejos fusiles y otros tan sólo con palos, bajaron de las montañas y gritaron ¡Ya basta!. Se presentaban a México y al mundo el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el EZLN, un ejército guerrillero formado diez años antes en las montañas del sureste mexicano y que para los indígenas de Chiapas ya era un secreto a voces.

Esa madrugada, alzados en armas, ocuparon cuatro cabeceras municipales del estado de Chiapas, entre ellas San Cristobal de las casas. Demandaban democracia, libertad y justicia. Democracia en un país donde existía un partido de estado, el PRI, que había gobernado el país con mano de hierro desde hace 70 años. Libertad para poder ser lo que son: indígenas con unas costumbres y una cultura propia que durante 500 años ha sido despreciada y reprimida. Justicia para una población, que aunque verdadera y ancestral propietaria de las tierras del sureste mexicano y pese a constituir un tercio de la población del estado, vive empobrecida en las montañas, desplazada en la selva y privada del derecho a la tierra. La reforma agraria se olvido de ellos.

Ese primero de enero empezó la guerra en Chiapas. Doce días duraron los enfrentamientos. Mucha gente murió, tanto zapatistas como militares. Hubo desplazados. Así que la gente pidió que parase la guerra y el EZLN hizo aquello que casi nunca hace ejército alguno: escuchó lo que decía el pueblo. Decretó un alto el fuego y mientras, el gobierno enviaba a 50.000 soldados a Chiapas e intensificaba el acoso de las comunidades indígenas.

La diócesis de San Cristobal, encabezada por el obispo Samuel Ruiz pronto se propuso para mediar entre el gobierno y los zapatistas. Una figura, la de Samuel Ruiz, muy controvertida en Chiapas y en todo México por ser uno de los mayores exponentes de la Teología de la liberación. Desde hace decenas de años brigadas de catequistas trabajaban en las comunidades indígenas de los rincones más inaccesibles de Chiapas explicándoles que Cristo sufrió a causa de los poderosos, como ellos. Ellos también podían ser el pueblo elegido que encontraría la libertad. Si hacían algo para recuperarla, claro está. Al obispo Samuel Ruiz los indígenas de Chiapas le llamaban Tatic, que viene a significar “nuestro padre” en idioma tzotzil y cuando estalló la guerra muchos lo acusaron de ser parte del Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI), órgano de mando del EZLN.


Mientras tanto el EZLN, a través de su portavoz, el Subcomandante insurgente Marcos, se presentaba a México y al mundo entero. Marcos, el nuevo rostro sin rostro del neo-zapatismo mexicano, con su prosa irreverente y llena de humor, escribe al mundo decenas de comunicados desde algún rincón de la selva Lacandona. Explica al mundo que el EZLN, que los indígenas de Chiapas, no buscan una Revolución , si no la revolución, con minúsculas. Empezando desde abajo a la izquierda. El EZLN hace un llamamiento a todos los indígenas de México para que se encuentren en el 1er Congreso Nacional Indigena y así conocerse y como ellos dicen “verse en el otro yo” y poder luchar juntos.

Definitivamente no se trataba de un grupo guerrillero más de los que habían surgido en México en los últimos treinta años, o que se pudiese comparar a ningún movimiento mundial. En sus comunicados los zapatistas convocaban a mujeres amas de casa, estudiantes, homosexuales, trabajadores, inmigrantes y otros grupos largamente marginados; a luchar juntos para crear otro “mundo donde quepan muchos mundos.” Hicieron un llamamiento internacional y organizaron el 1er Encuentro intergaláctico por la humanidad y contra el neoliberalismo, en que pueblos y colectivos de todo el mundo se conocieron, intercambiaron experiencias e iniciativas. Numerosos colectivos e intelectuales internacionales mostraron su apoyo a los zapatistas y resulta muy interesante leer toda la correspondecia y comunicados del Subcomandante Marcos con personalidades y medios de comunicación de todo el mundo, como por ejemplo el libro que Marcos escribiría con Manuel Vazquez Montalbán y Paco Ignacio Taibo a seis manos (aunque tan sólo éste último podría escribir la novela con Marcos finalmente), el debate mantenido con el juez español Baltasar Garzón o la correspondencia entre Marcos y ETA en la que el EZLN se desvincula de la lucha de ETA y plantea un proceso de diálogo sobre el conflicto en el País Vasco. Para entonces ya se sabía que Marcos había sido un profesor de filosofía en la UAM y su foto llenaba lás páginas de prensa y revistas.

La campaña mediática nacional del EZLN convocó a una gran parte de la población mexicana y mundial que puso sus ojos sobre lo que estaba sucediendo en Chiapas y forzó al gobierno mexicano, muy preocupado en ese momento por dar una imagen progresista para salvaguardar los criticados procesos de establecimiento de área de libre comercio con EE.UU. y Canadá, y las críticas internacionales sobre la ausencia de democracia en el país; a sentarse a dialogar con aquellos a los que al empezar el levantamiento calificó de puñado de sujetos principalmente monolingües dirigidos por extranjeros. (Vale recordar que el méxicano medio tan sólo habla un idioma, el español, mientras que un indígena suele hablar su lengua indígena, otra lengua indígena vecina, y el español.)

Así, comenzaron las conversaciones entre el gobierno y los zapatistas en un pequeña localidad de Chiapas llamada San Andrés. Los delegados gubernamentales se sentaron con los delegados del EZLN, indígenas de poca altura algunos de los cuales a duras penas hablaban español que representaban los cuatro principales grupos indígenas de Chiapas. Algo que resultó desconcertante para los delegados gubernamentales que no creían capaces de diálogo serio a delegados como la Comandanta Ramona, una indígena tzotzil de menos de metro y medio que había aprendido español para poder participar en las conversaciones de paz.

Además de que Marcos un mestizo como ellos, no acudió como delegado,a la comisión molestaron los contantes parones de los zapatistas que se empeñaban en consultar con sus bases de apoyo, unos 300.000 indígenas chiapanecos, la aceptación de los acuerdos a los que se fueron llegando. Al final tras mucho trabajo de intermediación se llegaron a unos acuerdos sobre cultura indígena que el gobierno firmó mientras armaba a grupos paramilitares afiliados a los poderes establecidos del PRI y los terratenientes y mientras el ejército aumentaba su cerco a los guerrilleros del EZLN.

Pero el gobierno traicionó su palabra dada en San Andrés y en su firma del convenio 169 de la OIT sobre naciones indígenas y nunca transformó en reformas constitucionales y legales los compromisos de San Andrés. Los sucesivos gobiernos del PRI y del PAN (que tras 70 años de dictadura de partido por parte del PRI, tomo la jefatura de estado) ignoraron los acuerdos y retrasaron el avance de las siguientes seis rondas de diálogo que preveían las conversaciones de San Andrés.

El EZLN se retiró de las conversaciones y decidió cumplir los acuerdos por su cuenta. Así nacieron las Juntas de Buen Gobierno, ubicadas en cada uno de los “Caracoles” o regiones en las que se divide el área de control zapatista. Estas Juntas de Buen Gobierno, son la concreción de la máxima zapatista de “mandar obedeciendo”. Un muy “otro gobierno” (cargos rotatorios, representativos, no remunerados, sometidos a una asamblea...) al que acompañaron una red autónoma de salud que incorporaba los conocimientos tradicionales y una “otra educación” con escuelas autónomas. Un ejercicio soberano de autonomía y autogobierno proveniente de quienes hasta hace poco el gobierno y el PRI creían tener controlados mediante el caciquismo imperante en estas latitudes que todavía viven en muchos aspectos como hace 70 años.

Ya han pasado más de 30 años desde que nació el EZLN y más de veinte desde que se alzó en armas y desde que a los 12 días del comienzo del conflicto decretase un alto el fuego escuchando la voz de la gente no ha vuelto a disparar un fusil. En cambio siguen aflorando las guardias blancas de grandes terratenientes y los grupos paramilitares armados por el ejército, y la policía estatal, como los que en 1997 mataron a 45 personas, mujeres, ancianos y niños principalmente, en una pequeña localidad llamada Acteal (víctimas que ni siquiera eran zapatistas, sino pertenecientes a un grupo cristiano pacifista de una comunidad indígena).

La guerra se mantiene mediante el acoso a comunidades enteras, las estrategias para dividir comunidades mediante la corrupción y el dominio de las tierras estatales, desapariciones y acoso militar... Mientras los zapatistas poco a poco avanzan en la construcción su autonomía con todas las dificultades que su lucha conlleva, impulsando iniciativas a nivel nacional como el frente popular de “la Otra campaña”, e intentando acabar con la represión histórica que los indígenas de Chiapas y de México y América entera han sufrido desde hace siglos.

Dieciseis años después de su atrevimiento, los indígenas de los altos de Chiapas siguen demandando lo mismo que hace16 años: trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Mientras los sucesivos gobiernos federales y estatales se los siguen negando, ellos, l@s zapatistas, despacito como los caracoles, avanzan hacia su autonomía y la construcción de ese otro mundo en el que quepan muchos mundos, también el suyo.

Mikel

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