Llegó el momento de abandonar el que ha sido nuestro hogar prácticamente desde que llegamos a EE.UU. Se acabó lo que se daba en New Jersey. Muchas gracias Susan y Allan, nos hemos sentido como si fuésemos parte de la familia. Después de unas cómodas y revitalizantes vacaciones en Puerto Rico y de unos días ultimando los preparativos finales sentimos que en ese momento empezaba realmente nuestro viaje. La aventura iba tomando forma.
Emprendíamos rumbo a San Francisco, pero todavía nos esperaba una interesante jornada en Nueva York. Debíamos pasar allí la noche porque nuestro vuelo salía del aeropuerto de dicha ciudad y dio la coincidencia de que era el día de Saint Patrick, santo patrón de los irlandeses, que como todo el mundo sabe son grandes bebedores. Pero como dicen por aquí, en Nueva York todo el mundo es irlandés el día de Saint Patrick. Nuestra amiga Ana, que lleva unos meses en la ciudad formándose como actriz, nos esperaba para irnos de fiesta juntos. Luego nos alojaría en su casa.
Desde luego el aspecto de la ciudad no era el mismo que habíamos dejado en nuestra última visita. Un sol radiante se proyectaba por las avenidas y no quedaba rastro de la nieve que se amontonaba a los lados de las carreteras cuando nos fuimos. No llegamos a tiempo para ver el tradicional desfile que todos los años recorre Manhattan al son de gaitas. La tradición ese día dicta que uno debe vestirse con alguna prenda verde(cuantas más mejor) y beber cerveza. Mucha cerveza. En los bares y en la calle, donde por una vez al año la policía hace la vista gorda. Nuestro bajo presupuesto y los elevados precios neoyorquinos hicieron que más bien optásemos por la segunda opción. Aprovechando que hacía buen tiempo, decidimos pasar la tarde en Central con una cervecita y unas patatuelas, al más puro estilo madrileño (al menos el nuestro). Entrada la noche nos juntamos con más gente del mundo de la farándula que eran amigos de Ana y esta vez sí que seguimos la tradición y nos fuimos a seguir de cañas (bueno, aquí se va de pintas) en unos cuantos bares más. Pasadas casi 12h desde que nos pusimos a celebrar este santo día nos encontramos en un bar lleno de personajes solitarios que miraban partidos de todo tipo de deportes en las pantallas de televisión y con uno de los componentes del grupo que no paraba de hablar de paellas y tortugas debido a los efectos de la cerveza y el whisky. Fue entonces cuando decidimos poner fin a esta larga noche. Por la mañana nos esperaba un largo trayecto en metro hasta el aeropuerto y siete horas de vuelo(sin darte una mísera patata frita) para seguir en el mismo país.
Paloma y Mikel
P.D. Podeis ver mas fotos aqui
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