Llegar a Real de Catorce no fue tarea fácil. No había autobuses directos desde San Luis Potosí así que hicimos escala en Matehuala. Después de recorrer durante km la carretera adoquinada más larga que jamás hayamos visto, de nuevo tuvimos que cambiar de autobús para atravesar el estrecho túnel que desmboca en este mágico pueblo.
Ahora considerado por algunos como un pueblo fantasma, hace mucho tiempo debía de rebosar de vida gracias a la floreciente industria minera. Los restos de una plaza de toros, una fábrica de acuñación de moneda y preciosas casas abandonadas ayudan a imaginarse un Real de Catorce lleno de vida. Aunque precisamente en estos vestigios de grandeza radica su encanto y singularidad. Encanto que es bien explotado por sus habitantes.
Nosotros nos dedicamos a pasear durante una tarde y una mañana descubriendo todos sus rincones puesto que no es bastante pequeño. Por la tarde decidimos bajar al desierto de Wirikuta. Entre Real de Catorce y Estación Catorce no hay más que 10 km de distancia por lo que cuando nos dijeron que tardaríamos una en llegar nos costó creerlo. El trayecto merece la pena. Subidos en el techo de un todoterreno Willys del 62 lleno de gente, bajamos por un camino de cabras bordeando un profundo cañón pasando por casas ubicadas en lugares que hacen que cueste trabajo pensar que haya gente que viva allí.
Pero finalmente llegamos sanos y salvos al desierto, un lugar donde la energía se respira en el ambiente. Porque hay que saber que este lugar es un lugar de peregrinación para los indígenas Wixárika, también conocidos como Huicholes. Cada octubre cientos de miembros de esta etnia emprenden una peregrinación de más de 400 km desde sus comunidades del norte de Jalisco hasta este desierto que consideran como sagrado por ser aquí donde nace el cactus del hikuri (o peyote como se le conoce habitualmente) al que consideran como una deidad y que utilizan para realizar sus rituales.
Nosotros nos alojamos en casa de Mocho, un conocido de un amigo de Paloma que es de allí. Un tipo un tanto místico con el que no llegamos a conectar del todo. En su casa, por la que pasa mucha gente, estuvimos un par de días, también en compañía de José, un amigo suyo que se está quedando allí por el momento hasta que vuelva a encontrar trabajo. Juntos disfrutamos de alguna charla y vimos la película Sangre por Sangre, una peli muy conocida aquí que narra la historia de varios chicanos (estadounidenses de origen mexicano) en Los Ángeles. Fue muy divertido porque el los chicanos hablan un castellano bien particular lleno de palabras y expresiones que no conocíamos y que nos resultaban bien chistosas. ¡Chale!.
Pero nosotros fuimos a Estación de Catorce para conocer el desierto, así que equipados con agua y provisiones nos perdimos durante horas por el desierto. Allí nos encontramos un montículo circular con varios cículos de piedra en el centro que sospechamos es donde los Wixárika realizan sus rituales. Pero nuestra excursión terminó pasada por agua porque nos pilló una gran tormenta a horas de camino del pueblo, así que llagamos totalmente empapados a casa donde desgraciadamente no nos esperaba un baño caliente (ni siquiera había ducha) ni ropa limpia (ya no nos quedaba).
Al día siguiente bien de madrugrada tomamos el autobús que nos llevaría a San Luís Potosí de nuevo para allí continuar nuestro viaje en San Miguel de Allende.
Palo y Mikel
P.D: Podéis ver más fotos aquí
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