Tras haber descansado lo suficiente nos fuimos a conocer esta ciudad llena de vida y cultura. Un@ puede pasarse días enteros viendo galerías de arte, tiendas de artesanía, disfrutando espectáculos y conciertos en el teatro Ángela Peralta o en alguno de sus centros culturales o tomando café en una de sus pintorescas terrazas. Pero todo este espíritu bohemio a nosotros nos resultó un tanto prefabricado ya que es creado para (y muchas veces por) extranjer@s, lo cual por cierto se refleja en sus altos precios. Lo que es cierto es que merece la pena pasear por sus bonitas calles disfrutando de las casas y si alguna ventana o puerta abierta lo permite, echar un vistazo a los preciosos patios que tienen.
Por la tarde se levantó una gran tormenta así que corriendo regresamos a casa a recoger la colada. La tarde estuvo divertida ya que estuvimos de experimentos culinarios entre cervezas y risas con la compañía de nuestras anfitriones y de otro ´curioso viajero que también ”surfeaba” en el salón de esta casa. Después de varios intentos nuestra ”nouvelle cuisine” se convirtió en una cutre tortilla de patata que a tod@s gustó porque el hambre es el mejor chef, y más después de tres horas y medio cocinando.
Lo mejor de San Miguel de Allende llegó al día siguiente ya que nos fuimos al entrenamiento de circo de “Gravity works”, la compañía circense a la que pertenecen Jasmine y sus compañeras de casa. Aunque antes fuimos a desayunar a la casa de otra compa que nos iba a llevar en coche y en su mágica casa conocimos a sus preciosas hijas y a su nueva mascota. Nada más y nada menos que un buho de enormes ojos amarillos. Algo hacía presentir que iba a ser un día especial.
Y no nos confundimos, porque fue una mañana de las más divertidas desde que empezamos el viaje. Probamos telas, trapecios, aro y demás artilugios circenses que nos metieron el gusanillo en el cuerpo y esperamos alguna vez repetir. Aunque eso sí, habría que entrenar un poco más porque nos dejaron de recuerdo unas agujetas estupendas.
Y nuestra sorpresa fue cuando fuimos a visitar el taller de cerámica de la misma profesora de circo en la que también nuestra amiga Jasmine hace sus pinitos. Nisha (la maestra circense alfarera)y su marido tienen un próspero negocio en el que producen verdaderas obras de arte. Desde luego esta mujer nos dejó boquiabiertos. Fue una pena no podernos quedar más para meter las manos en la masa y seguir perfeccionando nuestras habilidades circenses.
Pero el tiempo se acabó tuvimos que marcharnos al último destino en nuestra ruta colonial: Guanajuato.
Palo y Mikel
P.D: Podéis ver más fotos aquí
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