miércoles, 7 de abril de 2010

La ciudad del surf

Después de Las Vegas, San Francisco nos pareció aún más bonito. Estuvimos alojados un par de noches en casa de Mick, un amigo de Palo, que nos trató estupendamente en su bonita casa en el barrio de Russian Hill que comparte con su novia. Como despedida de la ciudad por fin fuimos a visitar el Golden Gate Bridge. También intentamos ir a visitar un gran mural de Diego de Rivera que se encuentra en una universidad cercana, pero resultó que había vacaciones y estaba cerrada.
Para nuestro consuelo tuvimos una intensa clase de yoga gratis y en una librería de segunda mano muy curiosa nos regalaron la cena. San Francisco nunca deja de sorprender.
Nuestro siguiente destino era Santa Cruz, pero antes hicimos una parada en Cupertino para comer con Helen, la abuela americana de Mikel. Esa misma tarde llegamos a casa de los tíos americanos de Mikel que viven en una casa a las afueras de Santa Cruz. Este sería nuestro nuevo campamento base en la costa oeste, y así lo ha sido durante 20 días. Barry y Bobbi (los padres) y Grant y Cole (sus hijos adolescentes) han sido como nuestra familia durante nuestra estancia. Cenamos juntos casi todos los días, nos enseñaron a jugar al póquer y a videojuegos, les cocinamos nuestros platos estrella, nos prestaron el coche o las bicis para nuestras excursiones y hasta nos fuimos de viaje juntos al Lago Tahoe (mirar siguiente entrada).
Ojalá tuviésemos una familia así en cada lugar en el que paramos.
Tuvimos mala suerte con el tiempo la mayoría de los días que estuvimos en Santa Cruz porque no paró de llover. Uno de esos días lluviosos nos fuimos a San José a conocer el Museo de la Tecnología. Hay que saber que San José se considera la capital de Silicon Valley, el área con mayor concentración de empresas tecnológicas del mundo (HP, Apple, Google...todas tienen sus oficinas centrales aquí).
Pero por supuesto donde más tiempo pasamos fue en Santa Cruz, ciudad surfera por excelencia donde también conviven hippies, artistas y muchos personajes. De hecho, las dos únicas esculturas dedicadas a alguien en la ciudad son una en homenaje a los surfistas y otra de un personaje local con bombín que toca el serrucho con un arco. Digamos que en sus calles se respira un ambiente relajado. Lo que más nos gustó fue su pintoresca calle principal, donde puedes ver músicos callejeros o artistas que venden sus obras en las aceras. Y por supuesto, el surf, que lo llevan en la sangre. Es alucinante la imagen de decenas de surfistas “cabalgando” enormes olas que rompen a escasos metros de las rocas. Y todavía resulta más alucinante el darte cuenta de que el surfista que te ha dejado boquiabiert@ tiene el pelo blanco.
Santa Cruz es un lugar sin par, y como dice una popular pegatina “Let's keep Santa Cruz Weird” que significa “Mantengamos Santa Cruz raro”.

Palo y Mikel

P.D: Podéis ver más fotos aquí

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