jueves, 15 de abril de 2010

Monterey y el Gran Sur

Con ganas de naturaleza emprendimos rumbo sur a hacer un par de excursiones, primero a la península de Monterrey y luego a Big Sur.
La primera de ellas consistió en recorrernos en bicicleta el famoso 17 miles drive, una carretera que recorre la península de Monterrey pegada a la costa entre preciosas playas, acantilados, grandes mansiones y exclusivos campos de golf.
En esta época del año estaba muy bonito todo florecido. Además nos quedamos maravillados con un árbol que sólo se encuentra en esta zona, el ciprés de Monterrey, que no tiene nada que ver con nuestro estirado ciprés. Aquí su sombra no es alargada ya que son como bonsais gigantes con troncos y raíces retorcidas y con las formas más originales. Mikel no podía parar de hacer fotos.
También vimos muchos ruidosos leones marinos que se concentran en rocas cercanas a la costa.

La segunda excursión que hicimos fue la parte de la costa de California llamada Big Sur. En esta zona las montañas llegan hasta el océano y hay una carretera muy conocida que la recorre con espectaculares vistas en cada giro. El primer día que estuvimos por allí nos fuimos a Point Lobos, una pequeña península convertida en reserva natural y una de las primeras reservas marinas de Estados Unidos. Nosotros nos dedicamos a pasear contemplando la naturaleza. En las pequeñas calas podían verse varias focas con sus crías, ya que justo coincidía con la época en la que nacen. Además pudimos ver leones marinos, ciervos y hasta una nutria de mar. Todo esto sin dejar de maravillarnos con los espectaculares cipreses.
Después de recorrernos la costa en coche y contemplar como se ponía el sol en el horizonte del Pacífico acampamos en el Parque estatal Big Sur Pfeiffer entre imponentes secuoyas(lo que aquí llaman Red Woods , ya que secuoyas sólo le llaman a sus hermanas las secuoyas gigantes las cuales son mucho más escasas y no crecen en la costa). Estábamos motivados porque por fin utilizábamos nuestro material de acampada que tanto nos pesa en la mochila. Por suerte no tuvimos que utilizar nuestra enana tienda de campaña ni nuestros ligeros sacos ya que nos dejaron un equipo más acorde con el frío que hacía.
Aunque un poco congelados, nos levantamos con alegría y con ganas de salir a explorar el valle en el que estábamos. Así que nos fuimos de excursión a un pico no muy lejano desde donde había buenas vistas y luego anduvimos hasta unas cascadas. Al estar en primavera todos los ríos y arroyos están en su máximo esplendor y pueden verse muchos saltos de agua que en otras épocas del año desparecen. Pero fue mucho más impresionante la catarata de nuestra siguiente parada, McWay Falls, una catarata que cae en una paradisíaca cala.
La tarde antes de volver a Santa Cruz la pasamos en Pfeiffer beach, una de las pocas playas de Big Sur y un lugar difícil de encontrar ya que por lo visto los locales no dejan de arrancar la señal que indica donde está para que no se llene de turistas.
De vuelta a casa hicimos una visita a la biblioteca de Henry Miller la cual se encuentra en un recodo de la carretera, escondida entre los árboles. Este famoso escritor vivió en la zona durante un largo período de su vida y tras su muerte un amigo suyo cedió su casa para convertirla en una biblioteca en su honor donde también hay conciertos y proyecciones. Miller debió quedarse fascinado con la belleza de estos parajes para decidir pasar aquí los últimos 20 años de su vida. Le entendemos.
A nosotros también nos ha pasado.

Palo y Mikel

P.D: Podéis ver más fotos aquí.

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