domingo, 6 de junio de 2010

Un hogar en Jalisco

Por fin, después de casi un mes con la mochila a la espalda por México llegamos a un hogar donde no preocuparnos por cuantos días nos íbamos a quedar y donde no había que tantear el terreno como en otras ocasiones. El pequeño hogar de Guio(la hermana de Mikel) y su marido Juan Carlos se convirtió fue un regalo donde poder pasar las horas descansando, escribiendo en nuestro blog...y sobre todo disfrutando de la compañía de la familia, que se echaba de menos.

Casi no nos dio tiempo a hacer una buena colada porque nos fuimos a pasar unos días al lago Chapala, a las afueras de Guadalajara, donde Juan Carlos y un buen amigo suyo tienen una casa. Después de comer una deliciosa birria (un plato típico de la zona que consiste en carne de cabrito cocinada en una cazuela)con uno de los hermanos de Juan Carlos, nos fuimos a la espectacular casa de Gabo, en la que caben hasta 34 personas durmiendo en cama. Esos días nos juntamos unos doce para disfrutar de la tranquilidad, el sol, la piscina, el tequila...Días muy relajados que hacían más falta de lo que creíamos. Después del finde semana nos fuimos a la casa de Juan Carlos que se encuentra en un pueblo cercano pero también a la orilla del lago. Aquí sólo estuvimos con Guio y Juan Carlos y aprovechamos para cocinar y tener largas conversaciones sobre México, l@s mexican@s y los diferentes puntos de vista entre lo que vive Guio y lo que hemos experimentado nosotros. Entre visita a los pueblos de la zona, lectura en la terraza, partidas nocturnas de Risk y comiditas agradables nos llegó el martes y nos volvimos a Guadalajara.

Esa misma tarde fuimos a ver una velada de Lucha Libre, que desde luego es algo que todo el que viaje por México debería conocer. Un trayecto de unos 20 minutos en coche para nosotros se convirtió en una odisea de cuatro horas hasta llegar al Arena Coliseo. Después de tomar tres autobuses una abuelita nos intentó secuestrar y perdernos por la ciudad haciendo círculos(hasta ahora ha sido lo más peligroso que nos ha pasado...) Finalmente llegamos a tiempo para ver a luchadores tan ilustres como Brazo de Plata con sus 140 kg y sus cincuenta y muchos años a la espalda, un tipo enmascarado que envuelto en un ridículo traje plateado de cuerpo completo y capa que no dejaba de dar volteretas o un gringo hipermusculado que no paraba de gritar inflando sus venas y arengando a los espectadores. Lo que no sabíamos es que el espectáculo no sólo está dentro del cuadrilátero sino que la gente viene a descargar toda su estrés en los luchadores público o el público. Insultos (con aires jocosos) entre distintas secciones de los espectadores. Improperios de todo tipo para todos y cada uno de los luchadores (que la verdad era como para echarse unas risas), lascivas invitaciones a brincar a todas mujer que pasase a sentarse en su asiento. Gente de toda condición social reunida en torno a un espectáculo en el que hasta la más pintada le menta la madre a un luchador, árbitro o espectador de unas filas más arriba. Toda una experiencia de lo más popular.

Los Siguientes días los dedicamos a conocer un poco de la ciudad de Guadalajara. Un día lo pasamos en Tlaquepaque, el barrio donde artistas y artesanos exponen sus creaciones y donde nos tomamos una típica torta ahogada (un bocadillo metido dentro de una bolsa llena de salsa picante). Otro día lo dedicamos a conocer el centro, donde tenemos que destacar el Centro Cultural Cabañas (un antiguo orfelinato de la colonial lleno de luminosos patios sembrados de naranjos); y los murales del artista tapatío (así conocen a los de Guadalajara) José Clemente Orozco, cuyo framatismo y grandeza lo hicieron convertirse en uno de los tres muralistas más importantes de México, junto con Siqueiros y Diego de Rivera.

Los últimos días en Guadalajara los pasamos haciendo recados, de cenita con la familia de Juan Carlos o cortándole el pelo a Mikel (una catástrofe en la que tras los tijeretazos descoordinados de Palo y los trasquilones de Guio sólo se pudo arreglar con la máquina de cortar el pelo de Juan Carlos). Hasta Paloma tuvo una sesión de acupuntura con la mujer del padre de Juan Carlos para ver si se le cura la sinusitis que nos acompaña desde casi cuando empezamos el viaje. Pero antes de marcharnos a conocer el centro colonial de este país nos hicimos otra escapada a la playa, esta vez a Manzanillo en el estado de Colima donde nos reunimos con otros amigos que también tenían una maravillosa casa donde cabíamos unos cuantos y nos los pasamos tirados en una tumbona, sorbiendo piña colada y jugando por la noche a un divertido juego de videoconsola donde se simula que eres una banda de rock tocando varios instrumentos cantando. Ah, y todo remojado en tequila.

Así bien relajaditos emprendimos un nuevo tour por México de unas semanas para recorrer algunas ciudades coloniales. Pero eso ya es cosa de la siguiente entrada.

Palo y Mikel

P.D: Podeís ver más fotos aquí

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